La diferencia fundamental entre las mentecateces corrientes y las de alta gama, que por cierto son las más representativas y exitosas de esta época, así como el signo más perfecto del gran progreso tecnológico, es que las mentecateces de alta gama son reutilizables. Esto se nota bastante en tiempo preelectoral, cuando casi todos los partidos pretenden reutilizar sus viejas tácticas ya fracasadas, y también en el ámbito cultural, con una oferta literaria y cinematográfica cargada de repeticiones, remakes, segundas o terceras partes y viejas tramas argumentales muy reutilizadas. Pero el modelo definitivo de mentecatez de alta gama, que define exactamente la textura de la actualidad, fue la «desintegración no programada» (en sus propias palabras), y sin embargo reutilizable, de la nave Starship de Elon Musk la semana pasada.
La nave más grande y poderosa de la historia, que deberá llevar a un centenar de intrépidos capullos a Marte en fecha imprecisa, estalló y se fue a la mierda en menos de tres minutos (sí, casi como Twitter), lo que de inmediato fue calificado de éxito por la compañía SpaceX que lidera el proyecto del magnate. Y que no nos extrañaría que de la explosión hubiese subido en Bolsa. Porque es reutilizable, característica básica de las necedades de alta gama. Las cuales, si bien explotan, siempre explotan para bien, de forma muy rentable, como las burbujas financieras. ¡Ah, las mentecateces de alta gama! ¡Y reutilizables una y otra vez! No me quito de la cabeza la idea de desintegración no programada, a la que sigue el concepto extraordinariamente innovador de desintegración reutilizable.
Ya estoy viendo a los sociólogos, politólogos, asesores de imagen y portavoces políticos tomando nota de esta idiotez conceptual de alta gama. Mejora el lema de la empresa EXIT donde me surto de camisetas, que tengo clavado en la pared frente al ordenador para recordar en qué mundo vivo: LastExitToNowhere.com (Última salida a ninguna parte). El cohete Súper Heavy (es decir, muy heavy), el más potente jamás construido, estalló a poco del despegue, pero fue un éxito de cara al objetivo. Que es, proclaman, «llevar la vida a otros planetas». Grandioso. Mentecateces grandilocuentes siempre hubo, pero como ésta ninguna. ¡Y reutilizable! Menuda temporadita llevamos.