En tiempo electoral se desata una especie de paranoia entre la clase política, sea de donde sea, y de la que ninguno es capaz de escapar. Todos entran en una especie de frenesí angustioso, una actitud que me recuerda a los estudiantes que la noche anterior al examen tratan de comprimir en pocas horas los conocimientos que deberían haber quedado asimilados en todo el mes. Lo digo porque en las últimas semanas, y la cosa no parece tener fin, el Govern no deja de traer a Balears ministros y más ministros –la mayoría socialistas– con la que esperanza de que la estrategia visibilice a su candidata a la reelección en el cargo de presidenta del Govern, Francina Armengol. Ya les digo, nada nuevo, aunque también sospecho que su efecto electoral es poco menos que nulo. A estas alturas de la legislatura, los ciudadanos ya tienen una idea bastante aproximada de si los gobernantes han cumplido sus expectativas, también de si desde la oposición se vislumbra una alternativa seria y capaz.
Ahora salen de la chistera (re)presentaciones de viejos proyectos, incluso (re)inauguraciones de instalaciones ya en servicio. La situación invita al sonrojo, pero insisto en que son dinámicas que se repiten cada cuatro años. Es en estos días cuando se adjudican los pisos del Ibavi, circunstancia que se aprovecha para promocionar al alcalde y de paso recoger en los medios algunos testimonios conmovedores de los agraciados. Todo muy bonito, pero son gotas en el océano de la escasez de vivienda asequible en Balears, un tema en el que las instituciones se niegan a asumir su responsabilidad principal a la hora de buscar soluciones. Reitero que la Administración no se libra de la especulación inmobiliaria, la practica con la misma voracidad o más que cualquier promotor privado.
En el contexto actual, la batalla por el control del Ajuntament de Palma se vislumbra como determinante de cara al resultado final de las elecciones del 28-M, ese balance definitivo de victorias y derrotas que supone el control de las instituciones municipales y autonómicas. A poco más de ocho semanas de los comicios, Jaime Martínez y José Hila, candidatos a la Alcaldía de la capital balear del PP y PSOE, respectivamente, pueden tener la llave del Consolat de Mar junto con, y ahí también radica la sorpresa, la ciscunscripción de Formentera. Así me lo transmitió días atrás un buen conocedor de la evolución del voto en las Islas. Tomen nota.
Extremos en peligro
La moción de censura a Pedro Sánchez que promovió Vox puede acabar significando la desaparición de Santiago Abascal y el declive definitivo de la derecha más radical, el ridículo de la pasada semana sólo benefició a sus adversarios, desde el PP hasta la izquierda con sus nacionalistas e independentistas juntos. La intervención de Ramón Tamames dejó claro que Vox nada tiene que aportar a la política nacional, sólo le interesa hacer ruido sin reparar en sus consecuencias. Los resultados del 28-M pueden poner en jaque a los extremos políticos, tanto de la derecha como de la izquierda. Y es que también habrá que ver en qué se traduce la pugna entre Unidas Podemos y Sumar, entre Ilone Belarra y Yolanda Díaz. Las vanidades políticas pueden llevar el desastre.