Xavier Mas de Xaxás escribía en La Vanguardia el pasado 23 de febrero que «Europa no es Europa sin Rusia y Rusia no es Rusia sin Europa». Asimismo, citaba al presidente francés Macron diciendo «Hemos de estar preparados para el día en que Rusia vuelva a ser parte de Europa».
Discrepo. Rusia no es parte de Europa ni lo ha sido. Ni tampoco es cierto que Europa no es Europa sin Rusia. Al contrario, la mayor época de progreso económico y político y la mejor época de la integración europea (1950-1995) se desarrollaron en tiempos de la Unión Soviética. Europa solo necesita tener relaciones de buena vecindad y cooperación con Rusia, basadas en la confianza, pero Rusia ha destruido la poca confianza que había.
El emperador Pedro el Grande intentó occidentalizar Rusia y fracasó estrepitosamente. La pugna entre eslavófilos y occidentalistas ha presidido la historia de ese país desde el siglo XVII, pero los segundos nunca han ganado. El expansionismo ha sido consustancial con el imperio ruso de los zares o del Partido Comunista. Con una sola salida al océano por el casi siempre congelado mar Blanco (Vladivostok y el Pacífico están muy lejos), ha sembrado violencia y ha combatido contra Ucrania y el Imperio Otomano por salir al mar Mediterráneo o contra Suecia y Polonia al mar Báltico.
Rusia no ha compartido nunca los principios europeos ni los procedentes de la Ilustración. El zar Nicolás I (1825-1855) creía que su deber era impedir la difusión de las ideas de la Revolución de 1789. Putin entronca con los zares y con la extinta URSS tanto en el despotismo como en el expansionismo. Busca el ansiado cinturón de seguridad en el que ejercer toda su influencia. No importa el método. No podemos concederle ni un metro de tierra ucraniana. Hoy es Ucrania, pero mañana puede ser Moldavia.
En 2004, cuando asumí en Exteriores la Dirección General de Europa, organicé una jornada de reflexión sobre Rusia. Acudieron diplomáticos, militares, economistas, analistas políticos, expertos del CNI y otros para descifrar el enigma ruso. Fue imposible. Nuestra (no) conclusión fue que Rusia era un OPNI, un Objeto Político No Identificado.
Años antes, en una entrevista entre Felipe González y Boris Yeltsin éste le dijo que el jueves siguiente (la entrevista tenía lugar un lunes) iba a aprobar un paquete de medidas a favor de los agricultores. El presidente español, sorprendido, le dijo «pero tienes elecciones el domingo, muy apretado me parece eso que propones». A lo que Yelstisn contestó: «Si apruebo las medidas con mucha antelación, se habrán olvidado a la hora de votar».
No, Rusia no es Europa ni lo será. Tampoco es Asia. Hay que plantar cara al agresor sin complejos ni vacilaciones.