Es una pregunta recurrente entre afiliados y no afiliados a ella. Como tantas otras veces durante su historia, la Iglesia cambiará; la de los doce apóstoles ya tuvo que cambiar muy pronto cuando un nuevo y original apóstol llamado Pablo se les incorporó trayendo creyentes extraños que no pertenecían al pueblo elegido y eran tenidos por bárbaros o gentiles, y de religión nacional pasó a ser iglesia universal.
¿Cuándo cambia la Iglesia? Cuando cambian las sociedades a las que debe anunciar su mensaje y, hoy, las sociedades afrontan tres grandes cambios. Uno, el cambio a la inteligencia artificial, a la superpresencia y potencia de robots. Otro, el cambio climático: los tsunamis desafían ya más que los misiles; con él nos va la supervivencia. Y el tercero, menos ruidoso e igualmente potente, es el demográfico: la dominación de un territorio ya no sólo es posible por conquista bélica, sino por la más alta natalidad en un sector de nuevos residentes: las viejas identidades de los nativos pueden verse agudamente alteradas por identidades con más afán procreativo.
¿La Iglesia cambiará? Muy pronto, todo cambiará. Todos cambiaremos en un mundo cambiante. Las disputas hoy endiabladas entre globalizadores (o expansionistas) y nacionalistas (o contraccionistas), progresistas y conservadores, negacionistas y afirmacionistas, pueden pasar pronto a ser consideradas triviales cuando lleguen los tres cambios que están ya viniendo.