Siendo embajador en Austria en 2009, vino a visitarme el nuevo embajador de Turquía y, en medio de una conversación anodina, me dijo: «Ustedes tienen una minoría nacional muy importante en Alemania». Me sorprendió la frase porque ni política ni técnicamente los centenares de miles de españoles que emigraron a ese país en los años 50 del siglo XX han sido una minoría. La gran mayoría regresó a España. En cambio, la mayoría de los 3 millones de turcos se integraron en Alemania no sin plantear numerosos problemas.
Las minorías nacionales surgen, sobre todo, en Europa Central como consecuencia de las guerras al moverse las fronteras, pero no las personas. La Primera Guerra Mundial con la desintegración del Imperio Austrohúngaro, la derrota del Imperio Otomano en Europa y la ocupación de las repúblicas bálticas por la URSS dieron lugar al mayor número de minorías nacionales en Europa. Por tanto, en principio, los que emigran no son minorías nacionales, porque se supone que quieren regresar algún día, y como tales no dan lugar a los derechos de protección de las minorías. Este es un punto esencial. En España, la única minoría reconocida es la de los gitanos. El inmigrante tiene otros derechos y saber cuál es el límite nos lleva al terreno de lo imposible. Se diría que el derecho a emigrar en busca de trabajo es algo tan antiguo como la historia de la humanidad, pero nunca habrá una política de inmigración al gusto de todos, unos por más y otros por menos.
La inmigración procedente de África o de Oriente Medio tiene más dificultades para integrarse por razones culturales y religiosas, proviene de medios sociales más precarios y tiende ahora a quedarse. Al mismo tiempo, tiene una tasa de natalidad más alta que la de los ciudadanos europeos, ya sean españoles, franceses o alemanes. Las minorías, en general, están integradas y tienen la ciudadanía del país en el que residen ya que son ciudadanos de ese país y siguen la misma pauta de descenso de la natalidad.
¿Sería la solución convertir a la comunidad marroquí, por ejemplo, en una minoría? No creo. El inmigrante tiene que integrarse mejor, aceptando las leyes y costumbres del país en el que trabaja, lejos de la marginación social y con mayores facilidades para el acceso a la vivienda. Quien tenga la receta mágica, por favor, que la ponga encima de la mesa.