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Cuando la respuesta no existe

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La publicación de la llamada ley del ‘solo sí es sí' ha generado reacciones en cadena. Por una parte, varios reos que cumplían condena por violación han visto reducidas sus penas y han abandonado la cárcel. Algunos jueces han sido acusados de incompetencia generando la consiguiente protesta del tercer poder en democracia, el Poder Judicial. Cuando la respuesta no existe no es posible preguntar. Un niño no puede tomar decisiones sobre asuntos cuyo alcance desconoce. Es así de sencillo. ¿Cuánto tiempo tarda un niño en darse cuenta de que no se puede comer todos los dulces que le apetecen? ¿Toda una vida? Tal vez y si tiene diabetes, será el médico quien lo disponga. ¿Alguien nos preguntó en nuestra infancia si queríamos ir al colegio? No. ¿Si queríamos estudiar? No. Si nos hubieran preguntado, esta sería una sociedad de analfabetos, pues la mayoría tendemos a la comodidad. Y, hoy, los padres tienen, les guste o no, la obligación de llevarlos a la escuela. Si por alguna razón no se puede, por ejemplo, por la distancia del centro educativo, por falta de salud del niño, etc, entonces el sistema arbitra otros recursos: transporte, asistencia médica, etc. Si alguien ve a un niño en la calle en horas de colegio, el sistema puede incluso retirar la patria potestad a los padres. La norma ha generado reacciones, no solo en España, también fuera. En Colombia, donde amenaza la tendencia a aprobar una norma semejante, ya ha surgido el eslogan ‘Con mi hijo no te metas'. Un niño, así de simple, no puede tomar decisiones sobre asuntos cuyo alcance desconoce.

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