Estos días, y con motivo de la más importante reunión de la OTAN en toda su historia tras el derrumbe del Muro de Berlín, Madrid ha acogido a los líderes mundiales de dicha coalición con Joe Biden a la cabeza. Primero tuvo una reunión con su Majestad el Rey Felipe VI en el Palacio Real, y como una especie de Vendetta a tener que esperar nuestro monarca unos 15 minutos a que Biden descendiera la escalinata del Air Force One, Biden tuvo que subir las empinadas escaleras de Palacio en dos ocasiones. Cuando Biden vio desde abajo lo que le esperaba, debió poner cara de escalador del Everest sin oxígeno, pero llegó sin un solo tropezón. Primera prueba superada. Después tuvo otro encuentro con nuestro Rey y vuelta a empezar, acabando él y su esposa siendo recibidos con una Reina Leticia que no salía de su asombro ante la realidad de un presidente norteamericano anciano pero muy dado a tocar de forma inapropiada a la Reina consorte.
Allí vimos la falta de protocolo de un Pedro Sánchez ,que se despistó para hacerse la foto con los Reyes y fue el propio Felipe VI y doña Letizia quienes tuvieron que avisarle a él y a su esposa para colocarlos en su sitio. También nos quedamos extrañados ante la presentación del marido del primer presidente de Luxemburgo, la primera pareja gay en entrar de forma oficial en el Palacio Real durante el besamanos. Pero lejos de estas anécdotas, lo grande vino a las 8 de la tarde, con la cena de los delegados de la OTAN en el interior del museo del Prado. Ángel de Andrés fue el encargado de las viandas dada su amistad con Obama y su dedicación a dar de comer a millones de ucranianos en su restaurante móvil y solidario.
Antes, los asistentes fueron recibidos con gran regocijo por el presidente Sánchez y aquello parecía más un bautizo que una reunión a manteles de la OTAN para trabajar en serio por la paz ,no sólo de Ucrania, sino de la falacia que occidente ha creado considerando a Putin, Rusia y China, enemigos poderosos del modo de vida americano y su democracia. Hacer una cena en el Prado, qué idea más peregrina!. Por mucho menos tuvieron que dimitir algunas ministras socialistas al ser fotografiadas en el museo para una revista de moda como Vogue. Imaginen que le resbala a Biden un muslo de pato y salta sobre las Meninas o un cuadro del Greco.
Los cuadros que pudieron ser allí colocados a modo de decoración sería, por poner un ejemplo humorístico, el cuadro de Goya de los dos españoles dándose garrotazos con las piernas semienterradas para Pedro Sánchez, los Borrachos de Velázquez para Boris Johnson, Saturno devorando a sus hijos para Biden, o mejor el Tiziano de Carlos V emperador montado a caballo. Un Rubens para Macron, y así, suma y sigue...
Todos felices de haberse conocido y ninguna cara de preocupación por la guerra de Ucrania, que para eso se había montado el asunto. Sólo Mario Draghi, el italiano, tuvo que marcharse sin probar ni un solo montadito debido a los problemas internos en su gobierno. A quienes no vi en la cena fueron a las nietas de Joe Biden, en especial a la que fue todo el tiempo con unas Nikes y un chándal gris. Que vayan las esposas tiene un pase, o los maridos gays,dada la cercanía del día del orgullo, también, pero el gasto de las nietas supongo no lo han pagado los demócratas, sino los norteamericanos con sus taxes. Incluidos los impuestos de los republicanos amigos de asaltar congresos de Trump, a quien no dejan de buscarle las cosquillas, sin darse cuenta de que, en las próximas elecciones, ganará Donald Trump y, con ello, finalizará la guerra de Ucrania pues estos machos Alfa, Trump y Putin, son amigos.
Se habló de Ucrania en esa cena, o más aún de lo bueno que es el jamón 5 jotas? Toda esta cumbre ha sido una gran farsa y una gran molestia y gasto al pueblo de Madrid. Cortes de carreteras, vuelos suspendidos y tráfico ralentizado. Estuve en Madrid días antes, hospedado en el más antiguo y más elitista hotel de MADRID, el gran Hotel Inglés, un 5 estrellas propiedad de Ignacio y Carmen Cordón Muro, mallorquines de adopción, que fue el primer hotel en España en contar con un restaurante. Por ahí han pasado intelectuales del siglo XVIII como Valle Inclán, o una Virginia Wolf o un Henry Matisse. Y dos días antes de la llegada de Biden casi no se notó la presencia policial ,ni los drones ni helicópteros, ni tan solo se montó la gran mesa cuadrada para la gran bouffet del museo del Prado.
De aquí saldrá solo el ego inflado del sociópata de Pedro Sánchez y los turbios negocios de los señores de la guerra con la venta de armas y empresas de reconstrucción de edificios y ciudades dañadas. Aquí empieza la nueva guerra fría 2.0 y, Dios no lo quiera, la III Guerra Mundial, esa excusa de los poderosos para eliminar población sobrante y superflua, la masa sucia que llaman ellos, y crear Estados fallidos hasta acabar con la historia del pueblo ruso y chino. Menos mal en esa gran bouffet no estuvo Winston Churchill, otro gran bebedor como Boris Jhonson... habrían acabado con la bodega de Vega Sicilia seguro. Que les aproveche. Yo, mientras tanto, cené en el gran hotel Inglés, un restaurante merecedor de estrellas Michelín. Uno, visto como llevan los asuntos geopolíticos, se espera cualquier cosa. Vivamos cada día como si fuera el último.