Lideramos la recuperación económica, aunque también la inflación! Que traducido a la realidad significa muchos turistas y salarios precarios, aunque engorden listas de empleos indefinidos, algunos de una o dos horas semanales. Significa calles convertidas en restaurantes y salas de fiesta a cielo abierto en las que es imposible dormir; duplicar la media estatal de salas de juego, muchas abiertas 24 horas junto a ejes cívicos, y licencia para ampliarlas; alquiler turístico en fincas plurifamiliares con total impunidad; turismo de borrachera fin de curso con menores, gestionado por empresas; canteras en riesgo de convertirse en vertederos; megacruceros contaminantes; atascos descomunales con miles de coches de alquiler mientras se pide a los residentes que dejen el coche en casa y no hay forma de conseguir un taxi; ordenanzas que son papel mojado y una participación ciudadana perdida en el laberinto de una administración enrevesada, laxa o rígida, según convenga a quien de verdad manda.
Alguien hace el agosto y no somos quienes nos vemos definidos por una alemana que, con la desfachatez de quien se sabe superior, nos describe como indígenas de la colonia rural, cuya función es servirles la diversión y agradecerles que compren unas viviendas, cada vez más inaccesibles para cualquiera de nosotros.
¿Para quién gobiernan las instituciones? ¿Quién hace el agosto? ¿Dónde van a parar los ingentes beneficios del negocio? ¿Es esto lo que queremos ser y cómo queremos vivir?