Vivo de espaldas al Teatre Principal de Palma desde que Damià Pons ocupó Cultura del Consell. Cuando la política interfiere en la cultura es como mezclar whisky con leche, pierde el whisky y pierde la leche. No obstante, queriendo o sin querer, he participado en la historia moderna del Teatre Principal desde que se puso en marcha después de una de sus reformas. Abrió con Mori el Merma (espectáculo de La Cloaca con la colaboración de Joan Miró en 1978) y meses más tarde yo hice Un sombrero lleno de lluvia. Me pidió Guiscafré, gerente director del teatro durante muchos años, que debíamos demostrar a los políticos de la Diputación Provincial que allí se podía hacer teatro. Por lo visto, el espectáculo entre dibujos de Miró y marionetas no lo habían considerado así. Luego, estrené La señorita Julia, de Strindberg, que un crítico de entonces consideró no adecuada para provincias; imaginen el criterio del crítico. Algo parecido a la opinión de Jaume Matas, el presidente. Me confesó en una entrevista para este periódico que cuando quería ver buen teatro iba a Madrid; imaginen el intelecto del expresidente.
Luego estrené Lucrecia, del menorquín Joan Ramis, con la inestimable colaboración de Jaume Vidal Alcover y Josep Maria Llompart de la Peña, un neoclásico en lengua catalana escrito en 1769 y rescatado en escena por primera vez. Y, por último, en el Teatre Principal, puse en marcha la única obra de teatro de Camilo José Cela: El carro de heno o el inventor de la guillotina, que causó un fuerte cólico miserere a unos cuantos pisa huevos de Palma que no perdonaban al premio Nobel haberse separado de su esposa para ir a vivir con una periodista más joven que él. Como si una pelota vieja tuviera algo que ver con una vieja en pelotas; cosas de las provincias.
La obra se representó en Madrid y el diario Abc la consideró «una noche mágica de dramaturgia y de palabra». Cosas del teatro. Y llegamos a hoy, cuando me gustaría hacer Las criadas, de Jean Genet. He pedido una cita sin tener respuesta. El director actual ni me conoce. ¿Saben?, nació el mismo año en que allí teníamos en escena Lucrecia. De noche, en mi casa, vaga el fantasma de Goethe y dice que me estoy haciendo viejo.