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Estética

| Palma |

La estética es la antigua rama de la filosofía que se ocupa de las sensaciones y las percepciones, de lo bello y lo feo, y aunque no se trata ni mucho menos de una ciencia exacta y las ideas estéticas son mudadizas como un día de nubosidad variable, en la actualidad constituye una industria que lo abarca y contamina casi todo, desde la cirugía a la política y la cultura, porque a la gente siempre le ha importado más la sensación de la cosa que la cosa en sí. Dónde vas comparar. No han faltado filósofos que consideran la ética un derivado o subproducto de la estética, y la mayoría de personas, incluso sin saberlo, basa sus juicios morales o intelectuales en juicios estéticos.

En lo que parece. Y hasta aceptan más molestias y sacrificios en nombre de la estética que en nombre de la ley. Habría muchos más políticos corruptos si no les frenasen a veces lo feas que quedan ciertas cosas, algo más disuasorio que el Código Penal. Porque se trate de lo que se trate, unos zapatos, un líder político, un relato, una tostadora, una fórmula matemática, un programa, un bote de alubias, lo que sea, si no es estético no vale nada. En esta época ya sólo manda la estética y de ahí el éxito de diseñadores, cirujanos plásticos, asesores de imagen, modistos y fabricantes de cosméticos, entre otros. Sin la apabullante estética ornamental de la Iglesia, igual ya nadie creería en Dios. Sí, yo también pienso (a veces) que la estética es la única ética que nos queda. Pero claro, también da muchos disgustos.

Los escritores y artistas las pasan moradas por culpa de la estética y sus brutales normas. Variables, además. Y las mujeres, no digamos. Lo he comprobado. No habiéndome cortado el pelo desde el inicio de la pandemia, me llegaba por los hombros como a Rita Hayworth en Gilda, pero no hacía el mismo efecto; hacía el contrario. Al menor soplo de aire, las greñas se me metían en la boca, en la comisura, lo que en las chicas queda muy estético. Pero no en mi caso, que además resultaba muy molesto. Una nimiedad, pero significativa. ¿Cuántas mínimas exigencias estéticas son molestas para ellas? Uff… En un gesto estético, me corté el pelo al rape. Mi peluquera me miraba con reproche.

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