Ha vuelto a suceder. Otra matanza de niños y dos profesores en Texas. América ya nos tiene acostumbrados a estos dramas de muchachos desequilibrados que, un día, se despiertan por la mañana y dan rienda suelta a su frustración e ira contenida durante años, empuñan una o varias armas, y cual asesinos en serie, se llevan por delante a todo aquel que se cruza en su camino. Es la frialdad acompañada de adrenalina la que dispara. Y nada ni nadie puede pararlos.
Charlton Heston, presidente de la Asociación del Rifle y actor de personajes como Judá Ben,-Hur, Moisés o el Cid Campeador, lo dijo bien claro: «Más vale tener un arma y no necesitarla, que necesitarla y no tenerla». La Constitución americana, en su Segunda Enmienda, propuesta el 25 de diciembre de 1791, protege el derecho del pueblo a poder poseer y portar armas. Y a ello se adhieren los lobbies de armas con más de 50 millones de beneficios en adquirir armas cada año, bajo la excusa de que si un ciudadano necesita autodefenderse, el portar un revólver o pistola, evita tardanza y espera a la llegada de las fuerzas gubernamentales tales como la policía, y se es más eficaz ante un ataque inminente.
También hay limitaciones, como por ejemplo, uno puede disparar contra un asaltante dentro del propio domicilio, pero no puede disparar una vez salido de éste y perseguir al malhechor disparándole en la calle. Eso no sería autodefensa, sino asesinato. Y asesinato en serie, matanza, es lo que ha sucedido en Uvalde, un pequeño pueblo al oeste de San Antonio (Texas). El joven adolescente Salvador Ramos disparó matando a 19 niños y dos adultos, no sin antes de salir de casa, habiendo disparado mortalmente a su abuela.
En el caso de la matanza de la escuela, se presume lo hizo por haber padecido bullying por ser tartamudo y cejear. Un odio que debió comenzar anteriormente en su familia y pasó luego a su vida estudiantil. Todo suele dar comienzo en la niñez y en el seno familiar. Que haya asesinado a su abuela indica que el conflicto interno debió tener su origen en la figura materna transportada a la de la anciana. Dos mujeres y, posiblemente, ausencia de figura paterna o maltrato paterno. La mente humana es un misterio insondable y no deberíamos juzgar a nadie sin conocer el por qué se colmó el agua del vaso, cuál fue la gota que hizo rebasar su mente enferma.
Llevamos décadas en las que, presidentes norteamericanos ,dicen lamentar estas muertes en colegios, desde un Obama pasando por un Biden y el siguiente que venga. Muchas promesas de cambio en caliente pero nada al pasar el efecto mediático que hoy nos horroriza. También, hace cinco años, otro joven mató en Sandy Hook a 20 niños , era Adam Lanza, un joven obsesionado con las armas y el sexo . En España la pornografía ya ha hecho que niños violen en manada a niñas. Imaginen si tuvieran acceso a las armas. América siempre estará armada como en el viejo Far West. Y un país incapaz de proteger a sus niños y jóvenes, es un país criminal. Dios salve a América...