Todavía no nos hemos librado del coronavirus y ya tenemos a un nuevo tipo de virus entre nosotros, la viruela del mono. Supongo que lo del mono tiene que ver con su origen, claro que su origen no está nada claro. Aunque también puede tener que ver con su supuesta procedencia que suponemos está en países centroafricanos. Al menos hemos logrado bajar de categoría, de un virus monárquico a una viruela primate, que puede ser de mono pero también de mona. Lo que es evidente es que esta viruela es una de las muchas afecciones que tras la pandemia van a hacer que estemos en alerta permanente con todo lo que tenga que ver con las enfermedades infecciosas, contagiosas y de contacto.
Según Patricia Gómez, en Baleares esta vez nos vamos a adelantar con un protocolo de detección precoz. A mí me hubiera gustado más un protocolo de detención precoz. Porque detección y detención suenan casi igual pero no son lo mismo. Claro que siempre será mejor prevenir que lamentar, que diría la consellera de turno. Para tranquilizarnos, parece que la viruela del mono en los humanos tiene unos síntomas más leves que los que tenía la viruela clásica, y se resuelven en un par de semanas.
Antiguamente, vivir en una isla dificultaba la llegada de estas enfermedades del exterior. Hoy, por el contrario, vivir en una isla tan mona como Mallorca, destino de los siete continentes –también llegan virus por el continente digital, como lo llamó Benedicto XVI– nos convierte en mesa de pruebas de laboratorio de todo lo que tenga que ver con los movimientos virulentos. Ayer fue el coronavirus, hoy es la viruela del mono y mañana será cualquier otro tipo de variola. Lo que tengo claro es que el protocolo de detección anunciado solo será útil, si se convierte en protocolo de detención. De lo contrario, seguiremos haciendo el mono con las cosas de la salud.