No podéis preguntármelo todos los días», ha dicho. A Rafa Nadal le pasa ya como a George Mallory. Le preguntan por Carlos Alcaraz como hace un siglo al pobre Mallory le preguntaban por el Everest. Pero Mallory había perdido con el Everest dos veces y por goleada y en cambio Rafa con Alcaraz solo una y aún así le ganó el segundo set. Así que no es raro que a Rafa se le hayan hinchado las narices mucho antes que a Mallory. Porque si de Mallory el mundo solo quería conocer la razón de su empecinamiento en intentar alcanzar la cima de la montaña más alta del planeta, de Rafa parece que se espera que él mismo nos ahorre el odioso trabajo de hacer las comparaciones.
George Mallory zanjó la cuestión el día en que harto de responder siempre lo mismo, en lugar de recitar de corrido una vez más sus viejos argumentos filosóficos aprendidos de memoria, adornados según la ocasión de las recurrentes pero siempre bien apreciadas dosis de épica cursi, se limitó al lacónico y dicen que desabrido en el tono «Porque está ahí» que al final hizo fortuna.
A Rafa Nadal le han preguntado una vez más si él a los diecinueve años era tan bueno como lo es Carlos Alcaraz ahora y tampoco ha necesitado levantar la voz para que se le entendiera todo. «No me acuerdo», ha respondido. Es lo mismo que dice Humphrey Bogart en Casablanca.