Después de dos años de pandemia en todo el mundo –un proceso que quizás haya sido el único que ha afectado a todos los países sin excepciones–, la humanidad se encuentra en tiempos oscuros; ha visto que es muy fácil frenar al ser humano y recluirlo en su casa. Ha visto muy de cerca la enfermedad, el dolor y la muerte. El relativismo cultural está en retroceso.
Los acontecimientos son inapelables. Lo que ocurre estos días fortalece la idea de que los tiempos, respecto al proceso moral, se acaban y se aproxima el momento de recuperar los principios que hicieron avanzar las sociedades bajo el principio de la Ilustración. El libro de Markus Gabriel Ética para tiempos oscuros. Valores universales para el siglo XXI plantea los pasos respecto a recuperar un progreso moral que ha definido el devenir de los últimos siglos.
Un sistema de valores universales basados en la razón y la ética se ha visto superado por principios democráticos, por leyes que imponen la mayoría. Sólo porque una mayoría tome tal decisión, no por ello se convierte ésta, de forma automática, en una decisión moralmente legítima, porque la legitimidad moral antecede a la legitimidad política. Estamos, hoy, inmersos en un relativismo que niega la existencia de verdades absolutas. El universalismo es lo contrario del relativismo. Sostiene que los valores morales son independientes de la pertenencia a un grupo u otro y, por lo tanto, son válidos para todos los seres humano.