Durante el transcurso de la crisis derivada de la pandemia, hemos podido observar como la inmensa mayoría de países europeos como Alemania, Francia, Italia, Reino Unido, Portugal o Grecia y algunas Comunidades Autónomas como Madrid, Andalucía, Galicia, Castilla y León o Murcia, afrontaban la crisis, en su faceta económica y social, basando sus políticas fiscales tanto en la expansión del gasto público como en la reducción de ingresos tributarios. Sin embargo, esta situación no se ha producido para el conjunto de España ni tampoco para el caso concreto de Baleares, donde si bien es cierto que se ha expandido el gasto público, no se ha hecho nada en cuanto a las bajadas de impuestos. Todo lo contrario, se ha optado por un aumento muy sustancial de impuestos, sobre todo por lo que se refiere al Gobierno central, en plena crisis económica, que ha incidido en gran medida sobre las rentas medias y bajas.
Habrán escuchado en multitud de ocasiones, por boca de dirigentes de la izquierda y sus economistas de referencia, que no se pueden bajar los impuestos sin reducir el gasto público y poner en riesgo el estado del bienestar. Pues bien, es simplemente mentira cuando existe crecimiento económico, aunque este sea solo un efecto rebote. En los presupuestos del Govern para 2022 no se han bajado los impuestos y en cambio se ha incrementado el gasto público en torno a 500 millones de euros, que representa un aumento del 8,8 %. Pues bien, desde el Partido Popular de Balears defendimos, y era perfectamente factible, que en vez de incrementar el gasto público en 500 millones, lo incrementásemos en 100 millones, guardar un margen de prudencia de 200 millones y bajar los impuestos a los ciudadanos de las islas en 200 millones. Sin embargo, Armengol prefiere seguir gastando más en lugar de bajar impuestos a los ciudadanos sin necesidad de reducir el gasto en los servicios públicos fundamentales.
Como decía, la variable clave para que esta situación sea posible, es que exista un crecimiento económico sostenido en el tiempo y una recuperación sólida. Pero precisamente para ello, son esenciales las rebajas de impuestos y las reformas. No sólo se pueden bajar los impuestos, sino que se deben bajar los impuestos para consolidar la recuperación. Recordemos que España se sitúa a la cola en crecimiento del PIB y Baleares será de las últimas comunidades en recuperar el PIB anterior a la pandemia.
Por otra parte, nos encontramos en un entorno de fuerte incremento de precios que deteriora el poder adquisitivo de las familias, reduce el consumo y arruina a las empresas. Por ello, ahora que todo sube, es el momento de bajar impuestos. La inflación debe ser compensada desde las administraciones públicas y hacerlo para las familias que más sufren los estragos y dificultades del encarecimiento de la vida. Todo ello es justamente lo que hacemos con la Reforma Fiscal que plantemos desde el Partido Popular, bajando los impuestos muy especialmente al 78 % de los ciudadanos de Baleares que disponen de una renta anual inferior a los 30.000 euros. Bajar los impuestos a las familias y las empresas de Baleares no sólo es posible, sino que es imprescindible para garantizar un futuro mejor. Resulta una lástima que ni Sánchez, ni Armengol, ni tampoco sus economistas de referencia, quieran entenderlo.