Me parece que mi perro viejo ha oído campanas sobre la flamante ley de protección animal porque ha modificado algunas costumbres. Hasta hace unos días, cuando le entraba hambre se colocaba firme delante del comedero hasta que le echaba pienso mezclado con algún producto de lata de los que anuncian en la tele. A la hora de salir a pasear, oler y mear me perseguía y ladraba hasta conseguir que le pusiera arnés y correa y lo sacara. Lo sospechoso es que últimamente gruñe y ladra en plan exigente desde su cama a las mismas hora en que suele comer y salir a la calle. Agua no pide. Muchos dueños dicen que sus mascotas lo entienden todo, que solo les falta hablar, que son más inteligentes que algunos humanos. No me atrevo a decir que mi perro viejo sea inteligente, aunque si hay edificios y teléfonos inteligentes a ver por qué no se puede pensar que haya gatos inteligentes. Lo que sí me parece es que mi animal (con perdón) de compañía es un pillo que ha oído campanas sobre la nueva ley y ese apartado de que los animales domésticos ya no son cosas, que es obligatorio tratarlos adecuadamente y con todo respeto. Creo que ha superado la fase de pedir algo con ojos de pena a exigir con mirada desafiante, y el muy sinvergüenza ordena desde la cama. Le falta la campanilla de llamar al servicio, pero como es ciego se le puede permitir alguna licencia y darle algún mimo de más. Me parece que también quiere aprovecharse de su minusvalía y voy a leerle la ley para que sepa que no hay ayudas para el dependiente o el cuidador. Le voy a leer la ley y la cartilla.
Campanas
Emilio Lubrín | Palma |