El informe anual sobre Derechos humanos correspondiente a 2020, elaborado por el departamento de Estado de los EEUU, recoge denuncias sobre ataques del Gobierno de España a algunos medios de comunicación y periodistas concretos. Sánchez acusó a los medios conservadores de agitar a la sociedad cada vez que pierden unas elecciones; Iglesias amenazó con enviar a prisión a un periodista por publicar información sobre la financiación de su partido y afirmó que la prensa crítica con el Gobierno «había ofendido la dignidad del periodismo»; Echenique descalificó al presentador de Antena 3 V. Vallés. El susodicho informe pone de relieve el riesgo que corre la libertad de prensa en España, siendo las principales amenazas las que provienen del Gobierno y de las instituciones catalanas. La Federación Internacional de Periodistas advirtió en 2019 que Cataluña se ha convertido «en territorio peligroso» para los periodistas.
Pues bien, los ataques no cesan. Los jefes de prensa de los grupos parlamentarios pidieron a Batet la expulsión de algunos periodistas de las ruedas de prensa del Congreso. Fue un acto de censura intolerable de periodistas hostiles en una sociedad democrática. De nuevo se cierne la amenaza del recorte de derechos fundamentales, de arrogarse la facultad de expedir carnés de idoneidad informativa. Es el sanchismo sostenido por una confluencia de viejas ideologías fracasadas con el objetivo de erosionar la Constitución para imponer su proyecto destructor. Sánchez se desliza por esta tolvanera intolerante y autoritaria que nos lleva a la mutilación de la libertad de prensa y, con ella, amenaza las libertades de todos. El régimen se caribeñiza y Sánchez se erdoganiza dispuesto a recortar la democracia.
Es curioso que parlamentarios que han hecho del insulto el protagonista de sus intervenciones, como Odón Elorza con su histérica actuación defendiendo a los proetarras y tachando de miserable a la derecha, pretendan dar una lección de moderación. Es en ellos donde anida el virus del autoritarismo, el que les lleva a quitar la mordaza a los energúmenos en las manifestaciones para ponérsela a los policías y a los periodistas molestos. El informe sobre Derechos Humanos del año que viene será aún peor.