Estoy harta. Harta de las incongruencias, la falta de compromiso con la cultura y las excusas basadas en leyes absurdas de nuestras instituciones. El Departament de Cultura del Consell de Mallorca ha negado la subvención que el Teatre Sans le pedía para poder sobrevivir. Una supervivencia que significa enormes aportaciones para nuestra sociedad. El Teatre Sans es una joya en Palma, uno de esos lugares únicos que generan entusiasmo por el teatro, y apuestan por una visión del mundo muy bella pero que vive en riesgo de extinción.
El Consell no debería haber denegado una subvención en nombre de unas reglas absurdas. ¿Desde cuándo los seres humanos se han convertido en víctimas de normas injustas? ¿Qué está por encima: el bien colectivo o la ley que permite la injusticia?
El Teatre Sans ha recibido el apoyo de la Asociación de Salas y Espectáculos en Directo, de la de Productoras de Artes Escénicas y de la Red de Teatros Alternativos. Tendría que recibir la ayuda de todas las personas sensibles a la cultura, al mundo escénico, a los espacios que hacen distinta y única una ciudad. Como destaca Pere M. Mestre, el representante del Teatre Sans, la aportación cultural que nos ofrece el Teatre Sans es inmensa: cien funciones teatrales al año, una decena de residencias, cursos de artes escénicas…
Por favor, señora Bel Busquets, sea hábil y generosa. Piense en el bien de todos. No equipare el Teatre Sans a cualquier otra empresa que se presenta en un repartimiento de subvenciones, porque no es lo mismo. Adapte las normas a las necesidades de un lugar emblemático en nuestra ciudad. Encuentre soluciones, reinvente y cuestione las norrnas. Sea como Alicia en el País de las Maravillas, que supo buscar soluciones nueva a problemas viejos, que venció el miedo, que aprendió a valorar lo distinto y bello. Salve el Teatre Sans. Entonces seguramente podrá mirar con orgullo el trabajo hecho y sentir la satisfacción de haber rescatado un diamante de entre las ruinas.