Del 99 por ciento de multimillonarios que manejan las finanzas del mundo, solo un uno por ciento son los que, no solo crearon el sistema económico mundial, sino que su poder e influencia maneja los asuntos de nuestras vidas sin que nadie conozca de su existencia ni de sus motivos. Muchos de ellos se enriquecieron con las armas y son los creadores de las guerras que, durante siglos, han atenazado el planeta. Empezaré con los Morgan, que crearon el patrón oro, pues para ellos, junto a los Rockefeller y los Rotschild, la única moneda era el oro, y todo lo demás era solo crédito.
Luego estaban los Dupon, que con su industria de la pólvora, la dinamita y el acero armaron a todos los países aliados en la I Guerra Mundial. Los Rotschild llegaron a poseer la línea de bancos más grande que ha existido en la Historia, y fueron los que, prestando millones de libras al Gobierno británico, consiguió vencer a Napoleón. Una hora antes de que Inglaterra tuviera noticia de la caída de Napoleón Bonaparte en Waterloo, los Rotschild ya lo supieron.
Están luego los Warburg, de origen veneciano y judío, y los Krupp-Thyssen que tuvieron mucha influencia en la Alemania nazi. También está Klaus Schwab, creador del Fondo Monetario Mundial y es quien quiere resetear el mundo actual. Los Oppenheim, propietarios del banco privado más grande de Europa; la familia Astor, con una fortuna mayor que las de Bill Gates y Jeff Bezos juntos y, la número 1: la familia Reimann, dueña de las mayores empresas químicas, que ha hecho más fortuna aún con las vacunas contra la COVID-19 y sabe que, el futuro de las próximas guerras mundiales tendrá como base armamentística la guerra bacteriológica y química. Su sede está en Luxemburgo y es muy difícil conocerlos pues poseen un perfil bajo y la prensa les protege.
Estas son las diez familias que manejan nuestras vidas en lo íntimo y personal y carecen de escrúpulos al crear guerras como la de Afganistán y otras más terribles que nos esperan.
Estamos, pues, en sus manos.