Al día siguiente de las elecciones autonómicas de Madrid, con Pablo Iglesias eliminado y Pedro Sánchez malherido, el agente Mr. X estaba feliz y contento. No era para menos; todo le había salido a la perfección. A bombo y platillo, en una rueda de prensa, arremetió contra Sánchez por la pérdida de las elecciones y le recomendó, en tono de exigencia, que debería acometer una reflexión interna: «El partido tiene que recuperar la vida interna democrática y libre, pero sobre todo debe estar al servicio de la sociedad». Mr. X aprovechó para quitar importancia al expediente disciplinario que el PSOE ha abierto a Leguina y Redondo, sus teledirigidos mercenarios. Incluso restó importancia a que dieran su apoyo a Ayuso y, con cara de póquer, respondió que ambos son «disciplinados y buenos socialistas». Como él mismo, que votó PSOE, dijo. Recuerdo que en vísperas y en plena campaña electoral, Mr. X, sus barones y la ambiciosa ‘Sultana' Díaz colaboraron hasta lo inimaginable para que la izquierda perdiera Madrid.
Más cinismo y menosprecio de Mr. X a la inteligencia de los militantes del partido es imposible. Este Mr. X, conocido por Isidoro en sus tiempos de juventud, dinamitó el PSOE desde sus inicios y lo desarmó de ideología. Lo convirtió en el mejor gestor del capitalismo, un sumiso gendarme del imperialismo yanqui. Su última y exitosa misión ha sido colaborar con el triunfo de la extrema derecha franquista en Madrid. De todo ello hay pruebas irrefutables. Así es como resucitan esas momias y esos zombis de la política española.