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Desobediencia civil

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Hoy es martes y 13, día de por sí cargado de infortunio, pero es que además mañana se cumplen dos meses desde las elecciones catalanas del 14-F, y todos siguen petrificados como si les hubiera mirado un basilisco, o Medusa la Gorgona. Ni hay Generalitat, ni hay Govern, ni hay nada. Ignoro si los catalanes son ingobernables, pero sus políticos sí, y más todavía los socios independentistas que llevan una década gobernando. Pues ni así. Después de tanto tiempo practicando la desobediencia civil, se nota que le han cogido gusto al asunto y ya no entienden otra cosa. Esto me recuerda que Henry Thoreau , filósofo barbudo, poeta, agrimensor, naturalista y ermitaño de Concord, Nueva Inglaterra, comienza su histórico ensayo Desobediencia civil , de 1849, asegurando que «el mejor Gobierno es el que gobierna poco, y mejor aún el que no gobierna». No creo que Puigdemont y Junqueras hayan leído ese texto fundacional (sólo el título, que les mola), pero igual lo aplican a rajatabla.

Al excéntrico pensador decimonónico de Massachusetts le maravillaría el ‘procés', y sobre todo, el esfuerzo colosal de los partidos soberanistas, con mayoría parlamentaria, por conseguir que nadie gobierne. Mañana se cumplen dos meses, y ahí siguen resistiendo, ingobernables y soberanos. Ante la imposibilidad de determinar quién es más patriota (o menos traidor), y dado el equilibrio de empecinamientos, se toman su tiempo en espera de que el futuro socio desfallezca. En el caso de los antiguos convergentes, sabemos cómo son de toda la vida, desde Pujol . Pactan enseguida, con quien sea, si son ellos los que mandan ( Laura Borràs preside el Parlament), pero nunca si van a mandar otros. Es su seña de identidad permanente, por más cambios de siglas que se produzcan; su razón de ser. De ahí la insistencia en que por encima de la Generalitat, gravite y marque la pauta el fantasmal Consell per la República, es decir, Puigdemont. ERC, para una vez que les ganan, no está dispuesta a tolerar esa jugarreta. Así que ambos partidos no se obedecen ni a sí mismos, que es la apoteosis de la desobediencia civil. Mas ya se comparó con Mandela y Luther King (y a los catalanes con negros esclavizados), y ahora han logrado todos juntos el mejor Gobierno según Thoreau. De momento, no pienso hablar de ellos nunca más.

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