Acaba agosto y pronto vendrán las valoraciones de cómo ha ido la temporada turística. Entre las cuales seguro que no estará ésta: la del nulo impacto que ha tenido la (casi) ausencia del rey en Mallorca. Según la leyenda, que Borbón veranee aquí desde los tiempos en que era solamente el sucesor a título de Rey del dictador Francisco Franco Bahamonde, Caudillo de España por la gracia de Dios, es bueno para la imagen y la economía insular. Ergo que no venga debería ser terrible. Este verano hemos quizá iniciado, gracias a La Leti, sin igual republicana, el que debería ser durísimo aprendizaje en esto de no tener al rey y compañía por estos andurriales. Sin embargo nadie se ha dado cuenta de la magra presencia. Un par de días, unas fotitos y hasta el año que viene. Y aquí no ha pasado nada. Si no hubiera venido, tampoco. Ahora que parece que el futuro rey –que lo será por poco, si es que llega a serlo- veraneará, como todos los hombres casados, allá donde quiere su mujer, en Mallorca hemos iniciado el aprendizaje de cómo será el verano sin ellos. Igual que con o con sólo un poco.
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