La Policía Local de Palma celebró su Diada en un emotivo acto sobre el que planeó, como ya ha ocurrido en las fiestas de la Guardia Civil y la Policía Nacional, la sombra del ‘caso Cursach’. De hecho, uno de los premiados estrella fue el fiscal Tomás Herranz, auténtico azote del exjuez Penalva y el exfiscal Subirán. Y también el inspector Toni Suárez, exjefe antidroga de la Policía Nacional, que se enfrentó igualmente a aquella maquinaria judicial que detuvo y encarceló a decenas de inocentes durante años. Homenajes al margen, el cuartel de Sant Ferran, tras superar aquel traumático episodio, se enfrenta ahora a una serie de retos de primer nivel. El primero de ellos es superar todas las jubilaciones de agentes y mandos históricos que se avecinan, y que pondrán a prueba la capacidad operativa del Cuerpo. La nueva cúpula será muy distinta a la que en los últimos veinte años ha dirigido la plantilla. Pero no es el único reto que enfrenta.
Delincuencia en aumento.
En algunos puntos de Palma la delincuencia va en aumento y parece imparable. Hay barrios, como por ejemplo ‘Corea’ o algunas calles de Son Gotleu, en los que adentrarse de noche supone un riesgo para el ciudadano. En este sentido, la colaboración de los agentes municipales con la Policía Nacional es vital, como se ha visto en el Parc de ses Estacions, donde se va a instalar una comisaría del 092 para atajar la oleada de violencia que sacude las inmediaciones de la Intermodal.
Tráfico y presencia en las calles.
Igualmente, la Policía Local debe continuar mejorando el control del tráfico en la ciudad, que en ocasiones es caótico, sobre todo en las zonas de los colegios. Asimismo, sería deseable que la presencia en las calles fuera más acentuada, porque la mera aparición de una patrulla es disuasoria para los delincuentes e inspira confianza a los transeúntes y vecinos.