Todos dicen que en Mallorca tenemos salarios bajos. Algunos hablan de este problema real como si la solución fuera un decreto que aumente las retribuciones. No hay que ser muy brillante para entender que hagamos lo que hagamos, las profesiones con poco valor añadido nunca van a tener grandes salarios. Ni por decreto. Porque sin rendimientos no hay retribuciones. Ni del capital, ni de la mano de obra. Lo demás es soñar.
Por si no se visualiza cómo va esto del valor añadido, un ejemplo directo: toda la vida el turismo europeo venía al Mediterráneo y dejaba el dinero o en origen o aquí, pero siempre en Europa. Ahora los turistas siguen viniendo, pero al menos un quince por ciento del dinero se va a Estados Unidos porque con tecnología, los americanos crearon Booking y Airbnb, que con ordenadores intermedian y se llevan una comisión de lo que siempre fue nuestro negocio. Así, sin siquiera venir a Europa.
Es evidente pues que para mejorar los salarios se necesita formación y, también, captar para Baleares actividades de alto valor añadido. Esto es lo que pensó quien tuvo la idea del Parc Bit: captemos negocios que ofrezcan puestos de trabajo valiosos, aprovechando lo que ofrece Mallorca.
Veinticinco años después, la iniciativa del Parc Bit ha acabado en fracaso. No como idea, porque Málaga y Aragón (Walqa) admiten habernos copiado, pero mientras ellos no perdieron de vista su objetivo, gobernara quien gobernara, en Mallorca, PP y PSOE lo arruinaron todo. A tal punto de que Miquel Barceló, el fundador del Distrito 22@ de Barcelona, estudioso de los parques tecnológicos, nos llama Parc Zombit (por muerto viviente, existe pero no sirve para nada).
En el parque de Málaga hoy hay 680 empresas, entre ellas Oracle, Vodafone, Google o Dekra, con 25.000 trabajadores. Un responsable de este parque, que nos aprecia, visita Mallorca desde hace años y se entrevista con el director de turno de nuestro Parc Bit, con quien no logra sintonizar porque lo nuestro, gobierne quien gobierne, es de una cutrez lamentable. En Aragón, Walqa ha conseguido nada menos que una inversión de 15.700 millones de la mano de Amazon Web Services, que es líder en gestión de ‘la nube’. En Galicia, donde las dificultades de partida eran mayores, se ha creado una red que factura hoy más de 40.000 millones anuales, con unas 3.500 empresas, dedicadas a las tecnologías cuánticas, biotecnología y diseño. Incluso la Rioja, víctima de un acusado monocultivo vinícola, está creando una base para diversificar su economía.
En el Parc Bit hay unas pocas empresas que realmente son punteras e incontables que son muy irrelevantes. Ninguna de relumbrón, que haga de gancho. Una buena parte de las instalaciones las ocupa el Govern, con direcciones generales o empresas propias que no tienen nada de innovadoras –ni de empresa. Una de las dependencias más grandes es un call center del Govern que para colmo hace teletrabajo, por lo que es un local vacío; Armengol, además, aprovechando la pandemia, creó un segundo call center con amigos del partido.
Encima, el Govern no lleva a cabo el mantenimiento de sus edificios, lo que trasmite una pésima imagen de abandono. Gran parte de los solares del Parc Bit están vacíos, en manos privadas, esperando para dar un pelotazo económico. Y lo que es la gestora, la empresa pública Parc Bit, nos cuesta 20 millones de euros al año, y aunque empezó con quince empleados, ya da empleo a 300 personas que, por supuesto, consiguen parecer liadísimos sin hacer nada que conduzca al objetivo, del cual ya nadie se acuerda.
Ni PSOE, ni PP, ni sus muletas Més y Podemos por un lado, o Vox por otro, tienen nada que decir. La única diferencia entre el gobierno de unos y de otros es que colocan gente con diferente militancia pero de idéntica incompetencia. Sólo nos hartan de palabras vacías: «valor afegit», «recerca», «innovació», «pioners», «emblemátics», y al final la nada.
Más escandaloso si cabe es que ni la UIB, ni las patronales, ni los sindicatos, ni toda la tropa de mangantes que rodean el poder, ni los medios de comunicación digan ni una palabra. Nos quedamos escandalosamente rezagados, mirándonos el ombligo, y callamos a cambio de una foto en sociedad. Es como si de verdad nos creyéramos que algún día alguien fuera a pagarle a un camarero el salario de inventor de un medicamento.
Tenemos tan arraigada la idea de que el futuro vendrá solo, que no hay que hacer nada, que estamos mejor encerrados en nuestro ‘redol’. Los pies en la tierra; no se nos ha perdido nada en ‘la nube’. Por eso nuestra presidenta esta semana inauguró el bar de Son Moix. Esos son votos reales, lo demás es ‘somiar truites’.