Marga Prohens asumió ayer en el Consolat de Mar la Presidència de la Comunitat Autònoma de les Illes Balears, cargo que la convierte en la primera autoridad de las Islas y responsable del Govern que deberá gestionar en exclusiva competencias muy vinculadas a la calidad de vida de los ciudadanos. Más allá del desaire del Gobierno central al dejar en manos de un director general la representación del Estado en el acto de la toma de posesión, resulta inevitable apuntar las condiciones en las que Prohens se dispone a gobernar tras una investidura condicionada por la abstención de Vox. Esta formación no formará parte del Consell de Govern pero es con quien la política conservadora ha formalizado un acuerdo programático que debe desarrollarse durante la legislatura.
Gobernar en minoría.
Prohens aseguró en el debate de investidura que no habrá retroceso en los derechos alcanzados por determinados colectivos y que Vox parece tener en su punto de mira. También se comprometió a preservar la lengua y la cultura de las Islas. Blindar el Consell de Govern frente a la pretensión de la ultraderecha de ocupar algunos departamentos para dejarlo en manos exclusivas del Partido Popular es, sin duda, una iniciativa inédita y arriesgada de la líder conservadora. Estará obligada a tener abiertos de manera permanente los canales de diálogo y acuerdo con la oposición si quiere evitar severas derrotas parlamentarias y mantener la estabilidad institucional. Eso sí, dijo que Vox no formaría parte del Govern y ha cumplido con su palabra.
Un nuevo escenario.
La llegada de Prohens al Consolat materializa los resultados electorales del 28-M, una alternancia que enriquece y pone a prueba nuestro sistema democrático. Comienza la cuenta atrás de una legislatura diferente y casi con seguridad complicada, con serios compromisos políticos por sacar adelante en unas Islas cuya realidad social y económica es en muchas ocasiones incomprendida por el propio Estado.