Los acuerdos de gobernabilidad en los ayuntamientos de Calvià y Alcúdia entre el PP y Vox, dos municipios de enorme peso en el conjunto del poder municipal de Mallorca, son el primer paso de una hoja de ruta previsible tras los resultados de los pasados comicios del 28-M. La ausencia de mayorías absolutas obliga a los pactos y alianzas entre las fuerzas afines para garantizar la estabilidad institucional. Las negociaciones están marcadas por el compromiso de las elecciones generales del próximo mes de julio. Es un condicionante que deja en el aire el impacto que puede tener en el electorado. Con todo, lo ocurrido en Calvià y Alcúdia es indiciario de la dinámica que se puede acabar imponiendo en el resto de municipios y principales instituciones de Balears.
Carga política menor.
Es indudable que el peso político del poder municipal, sustentado en la gestión, es inferior al de otras instituciones con un mayor impacto competencial, como pueden ser los consells o el Govern, y su capacidad legislativa. Sin embargo, el acercamiento entre el PP balear y Vox parecía una frontera infranqueable hasta el 23-J –una baza que sin duda querrán aprovechar las fuerzas progresistas–, pero todo indica que al final la matemática electoral se impone y ambas formaciones se integrarán en los gobiernos municipales. Todas las operaciones han contado con el beneplácito de las respectivas direcciones regionales, un aspecto que no puede pasar desapercibido.
Acuerdos programáticos.
Los ciudadanos tienen derecho a saber qué sentido van a tener sus votos durante los próximos años, las bases programáticas que apuntalan estas coaliciones de gobierno. Para ello es imprescindible actuar con transparencia, conscientes de que tanto el PP como Vox tendrán que renunciar a algunos de sus postulados. Son las reglas del modelo de representación institucional vigente.