Se cumple un año de la invasión de Ucrania por parte de las tropas rusas, un conflicto bélico impulsado de manera unilateral por parte de Vladímir Putin al violar todas las normas del derecho internacional y que ha puesto en alerta a todos los países occidentales. El Kremlin puso en marcha hace un año toda la maquinaria de guerra para ejecutar una estrategia expansionista que, justo es reconocerlo, sorprendió en la inmensa mayoría de las cancillerías. El ataque del Ejército ruso no figuraba en ninguna de las agendas internacionales ni fue previsto por los servicios de inteligencia, por lo que los primeros bombardeos cayeron sobre unos ciudadanos ucranianos incrédulos ante aquella barbarie.
Solidaridad internacional.
La guerra que todavía se libra en Ucrania para recuperar las fronteras con Rusia ha provocado un movimiento de solidaridad que parece haber sorprendido a Putin, empezando por la heroica resistencia de los ucranianos y acabando por el bloque occidental sin fisuras a la hora de adoptar sanciones económicas o prestar ayuda militar a Kiev. También es preciso destacar la empatía ciudadana con los afectados en este conflicto, las historias de ayuda y acogida son conmovedoras y han puesto a prueba la capacidad de respuesta de la sociedad actual frente a la barbarie que tiene lugar en la propia Europa.
Garantizar la firmeza occidental.
Occidente no puede dar ni un paso atrás en Ucrania, el triunfo de Rusia daría alas a la demencial política expansionista de Putin. El presidente Zelenski reclama más apoyo militar en una guerra que tiene todavía muy lejos el final, todo un reto para los gobiernos occidentales y sus respectivas sociedades. La factura de esta guerra cada vez será más alta, un escenario de desgaste para el que el Kremlin ya se prepara con su acercamiento a China. Todo indica que la paz todavía está lejos, pero para alcanzarla no es posible dar ningún paso atrás.