Las cifras del maltrato infantil registrado en Baleares, 2.288 casos contrastados, es una prueba de la dimensión de un grave problema que no se está logrando erradicar de nuestra sociedad. Se trata de episodios de violencia física y psíquica, negligencias o directamente abuso sexual a menores; todo ello a un ritmo de 26 denuncias diarias. El incremento estadístico alcanza el 60 por ciento. El escenario debería encender todas las alarmas y priorizar el problema en todos los frentes, tareas en las que se ha avanzado pero que a la vista de los resultados está claro que de manera insuficiente. Estamos hablando del sector más desprotegido de la sociedad.
Protocolos agresivos y más recursos.
Los datos muestran lo que es a todas luces un claro fracaso social en las Islas, los protocolos actuales y los recursos disponibles no son suficientes para atajar unos comportamientos inadmisibles en cualquier ámbito. Resulta evidente que es preciso activar protocolos de prevención y control más agresivos que los actuales, mejorar la coordinación institucional y, por supuesto, dotar estos servicios con los recursos necesarios. A nadie se le escapa que se está ante un problema muy complejo cuyas soluciones no son sencillas, pero estos obstáculos no deben demorar la adopción de medidas contundentes para atajar lo que es una verdadera lacra social.
Conciencia social.
La persistencia de este tipo de comportamientos requiere de campañas en las que se tome conciencia del rechazo que generan, hay sectores de nuestra sociedad que todavía mantienen una visión depredadora de los más jóvenes más propia de tiempos pasados. La cooperación de los profesionales del mundo de la educación o de la asistencia social para revertir este escenario está fuera de toda duda, pero también es preciso un marco jurídico diferente al actual y, por supuesto, el apoyo del conjunto de la sociedad.