La cumbre de la OTAN celebrada en Madrid estos días y que se clausuró ayer acumula importantes decisiones, pero sobre todas ellas destacan la aprobación de las nuevas líneas maestras que marcarán la estrategia de la coalición militar occidental durante los próximos años. Rusia y China son, para la OTAN, la amenazas más serias a la que se deberá hacer frente en el plano militar y en el económico, respectivamente. La invasión de Ucrania ha encendido todas las alarmas frente al expansionismo ruso, mientras el régimen chino avanza en la captación de materias primas en los países menos desarrollados; en especial del continente africano.
Criterios consensuados.
El encuentro de los mandatarios de la OTAN en la capital española ha destacado por el elevado nivel de consenso en las conclusiones y documentos aprobados, un clima de entendimiento que lleva implícito el mensaje de la unidad sin fisuras de cara al exterior. La proyección de bloque sólido choca notablemente con cumbres anteriores, cuestionadas desde el primer momento por uno de los socios estratégicos: Estados Unidos. El contraste de la actitud del presidente Joe Biden en la OTAN con su predecesor, Donald Trump, es abismal; una cuestión significativa de la que, sin duda, han tomado buena nota en numerosas cancillerías.
El flanco sur.
España también ha logrado un importante acuerdo sobre su seguridad, al aceptar todos los miembros de la OTAN las amenazas que supone el flanco sur, los países del norte de África, y la necesidad de reforzar su defensa. El compromiso a actuar con la misma diligencia en caso de agresión –y no sólo militar– supone un importante aval con respecto a la integridad territorial de Ceuta y Melilla; en este aspecto hay que reconocer el importante éxito del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. La cumbre de la OTAN ha finalizado y ha perfilado las principales amenazas; neutralizarlas es lo más complicado.