El fin de la pandemia de la COVID-19 lleva aparejadas diversas consecuencias en el comportamiento social, pero todas ellas vinculadas. Una de las más llamativas es el súbito incremento de la atención sanitaria de urgencia en los centros de la red pública de Balears. Es un fenómeno que también se observa en el conjunto del Estado. La supresión de las restricciones se ha traducido en un incremento de las actividades sociales, el inicio de la temporada turística y su componente laboral... Habría que añadir a estos factores la atención de patologías que habían quedado pendientes y que han generado la actual punta de demanda a la que tienen que atender los recursos ordinarios.
Fenómeno puntual o crónico.
Los gestores de los servicios de Urgencia en los diferentes puntos de atención, tanto de la red primaria como en la hospitalaria, tratan de analizar, todavía, qué circunstancias explican estos incrementos en la afluencia de pacientes que, en determinados casos, superan el 30 por ciento con respecto a la actividad del pasado año. La temporada estival siempre lleva asociada el aumento de la atención urgente, pero en este año las cifras superan cualquier previsión. De mantenerse la tendencia actual, los refuerzos habituales pueden ser claramente insuficientes. Los datos de las próximas semanas serán determinantes para conocer el alcance real de las exigencias que debe atender el servicio.
Demanda autogenerada.
Dentro de los diferentes supuestos a analizar con respecto a los motivos que explicarían la afluencia de pacientes a los servicios de Urgencia, los responsables de la gestión de la red sanitaria deben evaluar qué porcentaje genera el propio sistema con una elevadísima tasa de demora en la atención de algunas especialidades. En un panorama como el actual, todos los frentes merecen ser tenidos en cuenta para resolver un serio problema que incide de manera muy directa en la calidad asistencial sanitaria.