En la última jornada del torneo, el Real Mallorca amarró su continuidad en Primera División. El conjunto balear, que dependía de sí mismo para sellar la permanencia en la máxima categoría del fútbol nacional, cumplió con su misión y ganó a Osasuna (0-2). Con el apoyo de medio millar de aficionados en las gradas, el equipo del Vasco Aguirre asestó un golpe decisivo en el inicio de la segunda parte y asentó su éxito en la recta final del partido. Después llegó la gran fiesta y la mejor despedida posible para algunos futbolistas que han calado entre la hinchada bermellona y que anoche disputaron su último partido. Es el caso de Manolo Reina.
Una excelente noticia
La continuidad del Mallorca en Primera es una excelente noticia para el club y también para la Isla. Si a nivel deportivo no es necesario plantear ningún tipo de comparación, tampoco lo es a nivel económico. Los derechos audiovisuales que reciben los equipos instalados en la élite son infinitamente superiores a las cantidades que se perciben por jugar en Segunda. Además, en el caso del equipo bermellón, la salvación había adquirido un marcado sentido estratégico. El Mallorca ya ha iniciado las obras para la remodelación del Estadi de Son Moix, una inversión importante que será costeada a través de un crédito de la propia Liga.
Aprender de los errores
El final feliz no debería ser un impedimento para analizar los errores que ha protagonizado su dirección deportiva durante los últimos meses. El escaso rendimiento que han ofrecido la gran mayoría de los fichajes acabaron agotando el ciclo de Luis García Plaza, el entrenador del ascenso, y abrieron la puerta de entrada a Javier Aguirre. Se da por hecho que el preparador mexicano continuará al frente del equipo el próximo curso. Los propietarios deben analizar ahora si dan un nuevo giro en los despachos o todo sigue igual. Eso sí, el objetivo se ha cumplido. El Mallorca es de Primera.