La nueva edición de la Fira Nàutica permite comprobar la pujanza y el dinamismo de un sector de enorme trascendencia económica para el conjunto de las Islas. Las cifras así lo corroboran: 840 millones de facturación y 4.500 empleos directos en una industria con una destacada especialización. Baleares es, en el conjunto del Mediterráneo, un enclave de primer orden, casi comparable con la explotación turística aunque con unas limitaciones insoslayables en un territorio tan frágil desde el punto de vista medioambiental. Como ocurre con la llegada de visitantes, la oferta de amarres es incapaz de atender una demanda cada vez más creciente. La dinámica obliga a recapacitar sobre la capacidad de explotación del litoral.
Modernización y éxito.
El sector náutico en Balears atraviesa un período de expansión sostenida gracias a la buena reputación del sector en su conjunto. Empresas competitivas, astilleros preparados, clubes modernos, oferta complementaria de calidad... Todo ello viene aderezado con un entorno paisajístico envidiable y una calidad de las aguas más que aceptable. Este conjunto de factores ha situado a las Islas como un destino casi único en el Mediterráneo gracias, también, a unos precios razonables en el mercado europeo pero casi inalcanzables para los residentes. El problema es real y no se le puede dar la espalda.
Un futuro razonable.
Las instituciones tienen que trabajar con urgencia para plantear hacia dónde tiene que encaminarse el sector náutico de Baleares. La bonanza actual debe ser el trampolín de las soluciones de futuro para que no se enquisten los conflictos que asoman. El mundo de la náutica engloba una potentísima industria transversal de la que no se debe perder el liderazgo, tanto por su trascendencia económica como social. La peor opción es llegar al colapso para tener que empezar a buscar soluciones.