La nueva redacción del Plan Territorial en la que trabaja el Consell de Mallorca plantea cambios significativos en el perfil urbanístico de la Isla, en especial en lo que hace referencia a la protección del paisaje y la adecuación de sus parámetros a las necesidades actuales. Convertir en suelo rústico 726 hectáreas de terreno, superando la amenaza de algunas grandes urbanizaciones en el litoral, y eliminar 2.374 nuevas plazas turísticas da cuenta del espíritu que subyace en los cambios que promueve la institución insular. El Plan Territorial es la herramienta básica del diseño urbanístico de la Isla para los próximos años.
Seguridad jurídica
El gran problema del urbanismo en Mallorca, en los ámbitos municipal y supramunicipal, no es otro que la falta de seguridad jurídica. Los intereses y los criterios contrapuestos, junto con las lagunas existentes, son, en buena medida, los ingredientes básicos para que pueda entrar en juego la corrupción o la ejecución de proyectos cuyo único interés es la mera especulación sin la más mínima consideración hacia la defensa del bien común. Los ejemplos salpican la práctica totalidad de los municipios mallorquines en una dinámica que, justo es reconocerlo, ha perdido el vigor de antaño. La reforma del Plan Territorial debería marcar unas reglas razonables que compatibilicen derechos enfrentados.
El consumo de territorio
Mallorca está teniendo en las últimas décadas un crecimiento poblacional casi exponencial al que los ayuntamientos están obligados a dar una respuesta. El problema se resuelve aportando soluciones y para las que el Plan Territorial es un documento fundamental. La planificación urbanística de la Isla necesita modernizarse con urgencia, pero también con voluntad de permanencia. La improvisación o el mero voluntarismo no pueden ser las guías de este trabajo.