El nuevo convenio de carreteras que el Consell de Mallorca negociará con el Estado no contemplará la financiación del tramo del segundo cinturón entre la autovía central y la carretera de Valldemossa. Este proyecto viario tenía por objeto descargar de tráfico rodado la vía de cintura. El recorrido que debía seguir este nuevo enlace ha generado una notable polémica ciudadana, pero la renuncia a su ejecución supone la perpetuación del problema de saturación actual en lo que respecta al paso de vehículos por la vía de cintura y, además, dejar como monumentos a la inoperancia de la Administración algunas de las obras ya ejecutadas.
Proyectos a largo plazo.
Cualquier planificación de remodelación y mejora de la red viaria en la Isla supone un trabajo a medio y largo plazo. La materialización de los proyectos es imposible durante una legislatura y, por tanto, están condicionados por las voluntades políticas de los eventuales gobiernos del Consell, la institución que ostenta la titularidad de la gestión. Esta circunstancia, inevitable, no debería condicionar el compromiso en la ejecución de un documento tan trascendental. Es absurdo que las obras estén sometidas a este vaivén. Lo razonable es asumir, en un sentido u otro, los compromisos para no acabar conformando una red de carreteras que carece de sentido.
Acercar posturas.
En la creación de servicios básicos, como es el caso del mapa viario, es imprescindible que la aproximación de las posturas de los diferentes grupos sea un objetivo irrenunciable. Puede ser razonable que en función de su ideología se trate de rediseñar algunos tramos, pero es absurdo bloquear su construcción sin tener en cuenta sus consecuencias. En este tipo de cuestiones, el juego cortoplacista que practican todas las formaciones acaba generando nuevos problemas que se quieren dejar en herencia a los futuros gobernantes. Una insensatez.