A las puertas de la celebración del undécimo aniversario de Instagram ha cobrado relevancia la preocupación por cómo afecta esta red social muy extendida entre los usuarios más jóvenes a sus mentes adolescentes.
Existe ya una copiosa bibliografía científica que expone estos estragos e incluso propone recetas para reducir su impacto en los usuarios de corta edad. Por ejemplo, ¿ocultar los me gusta operaría como una posible solución?
Según el psicólogo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) José Ramón Ubieto, la eliminación de los 'me gusta' «puede paliar un poco el efecto de comparación social, pero restará valor a esta red y hará que nazcan nuevas redes en las que surja este mismo conflicto pero quizás expresado de otra manera».
«Tras esta estrategia está la intención de las compañías de no 'desanimar' a los usuarios que no tienen miles de seguidores ni acumulan cientos de me gusta, que por otro lado son la mayoría», afirma Ferran Lalueza, profesor e investigador de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la misma entidad académica.
Ya se sabe, no todo el mundo vale para influencer. Por eso «un consumidor desanimado que no consigue tantos 'me gusta' y comentarios como otros usuarios puede convertirse fácilmente en un elemento pasivo, y esto podría ser un peligro para el buen funcionamiento de la plataforma», y a la vez ese nodo de la red estará tentado de pasar cada vez menos tiempo conectado a la misma.
Instagram Kids, solución de escaso futuro
La preocupación por la propia imagen, la sensación de FOMO, esto es un acrónimo inglés que indica el miedo de quedarse fuera del mundo en línea (como cuando las aplicaciones dejan de funcionar durante horas sin que el usuario pueda hacer nada), el acoso en línea, la ansiedad y los problemas para conciliar el sueño derivados de la inquietud son algunos de los efectos negativos más comentados en otros informes para la juventud sobre Instagram.
Por ello, Instagram se planteó una versión para los más jóvenes, entre los diez y los doce años, llamada Instagram Kids, que permitiera controlar los contenidos, los accesos y la publicidad que aparece frente a los ojos de los usuarios más jóvenes y sensibles; algo así como YouTube Kids, la aplicación de vídeos que se promociona ofreciendo «un entorno más controlado para que los niños naveguen por la plataforma y ayuda a los padres y cuidadores a guiarlos en esta aventura».
No obstante, para los expertos, estos recursos ni son suficientes ni pueden resolver nada. «Las soluciones tecnológicas difícilmente serán soluciones válidas para un problema que la misma tecnología ha creado. La mejor aplicación móvil de control parental son los padres, en el sentido que acompañan alguien en la construcción y en su desarrollo», advierte Ubieto.
Para el experto en comunicación de la UOC estas soluciones tienen pocas opciones de prosperar, porque los adolescentes se sienten atraídos por sus ídolos, que en muchos casos son adultos, y quieren interacturar con ellos y con las marcas en lugar de verse relegados a una suerte de gueto infantil.
La última polémica suscitada entorno a las filtraciones de una extrabajadora de Facebook ha puesto de manifiesto que la empresa era consciente del daño de su propio funcionamiento, y sin embargo ha seguido ignorándolo.
Ante la controversia causada, Instagram proponía dos ideas a sus usuarios: alentar a que la gente «no se concentre en un contenido que podría contribuir a la comparación social negativa» y que «hicieran una pausa» en cuanto a la utilización de la plataforma.
Sobre estos puntos, Lalueza esgrime que «merece poca credibilidad, es un ejemplo más de la estrategia reactiva de Facebook. Si no se hubiera producido la filtración, la empresa nunca se habría planteado este tipo de recomendaciones».