«Cuando fotografías el cielo por la noche con un tiempo de exposición muy alto, de dos o tres horas de obturación, la cámara capta el movimiento de las estrellas, que aparecen como líneas luminosas curvadas, debido a la rotación del planeta», explica Pep Aguilar, fotógrafo aficionado a los paisajes nocturnos y coautor, junto al también amante de esta disciplina Gaizka Taro, de la exposición 'Dues mirades nocturnes', que se inaugura este sábado en Cas Retratista (Montuïri).
La técnica utilizada requiere gran precisión, paciencia y una comprensión profunda de los elementos que la rodean. Al abrir el obturador de la cámara durante un período prolongado, permitiendo que entre más luz, se capturan detalles imposibles de ver en la oscuridad, como se puede apreciar en la exposición, que nace de una propuesta de Taro a Aguilar.
«Coincidimos en la última Nit de l'Art de Santanyí. Admiro mucho a Pep, así que le propuse hacer una exposición conjunta en el espacio que regento en Montuïri», explica. «Lo más interesante de esta disciplina es que en las fotografías aparecen imágenes que no se ven a simple vista, ya que, debido a los largos tiempo de exposición que se utilizan, la cámara captura más luz de la que es capaz de captar el ojo humano», incide Aguilar.
«De esta manera, haces una foto del cielo nocturno y, si has calculado bien el momento, el lugar y el encuadre, en la imagen aparece toda la nebulosa que envuelve la Vía Láctea. Así, el tiempo de exposición alto nos permite captar cosas como el trazo de las estrellas o incluso, en una foto desde Sant Elm a la Dragonera, se puede apreciar la contaminación lumínica de Valencia. Quedan unas fotos alucinantes», asegura Aguilar, en cuyas fotografías podemos observar fenómenos astrológicos como la lluvia de meteoros de las Gemínidas.
En total, la muestra consta de 14 fotos, 7 de cada uno de los artistas. «Expondré una selección fotos de la Vía Láctea que he hecho en los últimos 15 años en diferentes localizaciones de Mallorca, mientras que las de Aguilar son de rastros de estrellas», explica Taro. «Lo más fascinante de la fotografía nocturna es que te hace sentir en primera persona la inmensidad del universo. Te das cuenta de lo pequeños que somos y de lo lejos que está todo. Te paras a pensar que la luz que está captando tu cámara en este instante comenzó su viaje desde la estrella que la emite hace millones de años, cuando aquí todavía había dinosaurios. Teniendo en cuenta que la luz del sol llega a la Tierra en 7 minutos, estamos hablando de distancias abrumadoras», reflexiona.