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«Donde haya un mallorquín, también tiene que estar el diario ‘Ultima Hora’»

Una frase pronunciada a menudo por Pere A. Serra marcó el comienzo de una nueva época en el periodismo de la Isla y fijó una premisa: salir a la calle a buscar la noticia

Imagen del periodista de Ultima Hora, Julián Aguirre, en acción. | Click

| Calvià |

Pedro Prieto recibe esta tarde el galardón de honor de la Comunicación durante la gala de entrega de los Premios Rei En Jaume que concede el Ajuntament de Calvià». Este es un pequeño extracto de la nota de prensa que ha difundido durante los últimos días el consistorio de Calvià. Según nos han contado, reconoce Prieto, nos lo dan por los años que llevamos en él, 50 –exactamente desde el 1 de agosto de 1974–, y lo que hemos hecho a lo largo de los mismos, que no ha sido poco, puesto que mucho ha sido el tiempo que hemos tenido para hacer cosas. Pero lo que más nos satisface de ello –porque, ¿a quién no le satisface recibir un premio?– es que nos lo de un ayuntamiento con el que en los últimos 40 años apenas hemos tenido contacto. Por ello, muchas gracias. Estaremos encantados de recibirlo esta tarde, a las 19 horas, en el Teatro de Palmanova.

Dicho lo cual, nos gustaría añadir algunas cosas más. El artífice del nuevo periodismo. Y es que si hemos conseguido hacer tanto, es porque nos gusta la profesión, y de ella, el callejear, algo que nos inculcó desde aquel 1 de agosto de 1974 Pere A. Serra, propietario de los diarios Ultima Hora, Daily Bulletin, Mallorca Magazin… O para resumir, fundador y propietario del Grup Serra de comunicación.
Él fue el artífice de lo que consideramos nuevo periodismo en Mallorca, puesto que lo que hizo, y nos hizo hacer, nada tenía que ver con el periodismo que se venía haciendo hasta entonces. Todo porque había que ir a buscar la noticia a la calle. O dicho sea de otro modo: que si queríamos la foto, teníamos que ir a hacerla, si queríamos la entrevista, teníamos que ir a hacerla… No como ahora, sobre todo a raíz de la entrada en acción de internet, y con él, el correo electrónico, WhatsApp y redes sociales, donde con un simple clic te trasladas con el mínimo esfuerzo a cualquier lugar del mundo que desees, o recibes desde él la información y fotos que andas buscando.

Por eso, sobre todo los de mi generación, podemos presumir de haber vivido la mejor época del periodismo, y en nuestro caso, me refiero a los que trabajamos en Ultima Hora, mucho más, ya que «donde haya un mallorquín –es una frase de Pere A. Serra–, también tiene que estar el diario Ultima Hora», gracias a lo cual viajamos más si cabe. Y lo digo con conocimiento de causa, ya que de cada cien sitios en los que he estado, en ochenta, como mínimo, había mallorquines. Y hablo, entre otros escenarios, de guerras, terremotos, tsunamis, entrega de premios, campeonatos de Europa de boxeo, finales de Open de tenis, Olimpiadas, inversiones turísticas allende nuestras fronteras… O de viajar para descubrir ciudades del mundo llamadas Palma, o para seguir los pasos de fray Junípero Serra por Sierra Gorda (México), o para llegar a un país, como Mozambique, y encontrarte de lleno con una guerra civil, o para contar el legado de los mallorquines en Cuba, Filipinas y Puerto Rico tras conseguir la independencia como colonias españolas, o para visitar a soldados mallorquines destacados en Kabul, Sarajevo, Mostar, El Líbano, Kosovo… O a mallorquines convertidos al judaísmo en Israel, o a bomberos y guardia civiles mallorquines en misión solidaria con los damnificados del terremoto de Haití, o para irte con los mallorquines rocieros al Rocío y, de paso, hacer juntos El Camino Y en el caso de que no hubiera mallorquines, pero que el tema interesara por los motivos que fuere, ahí estábamos también. Por eso viajé hasta el mundo del IRA, en Belfast, o me planté en Madrid, consiguiendo una entrevista con el teniente coronel Tejero, preso en un acuartelamiento militar, tres o cuatro meses después de haber dado el golpe de Estado del 23-F, o viajé a Mangua (Nicaragua), donde pude hablar durante casi una hora con el presidente Daniel Ortega, en su despacho, teniendo como testigo mudo el retrato de Sandino… Y ya que estaba allí, fui a por Eden Pastora, conocido como el Comandante Cero, que también asaltó el congreso, pero el nicaragüense, con quién también dialogué largo y tendido. En otra ocasión, con dos compañeros, Pep Roig y Carlos Agustín, recorrimos prácticamente toda Europa en coche recabando a los europeos su opinión sobre la Mallorca turística.

Semanas después de este viaje, estuvimos durante dos semanas visitando países del denominado Telón de Acero –Checoslovaquia, Bulgaria y Hungría–, a raíz de la caída del Muro de Berlín, –de lo que también fuimos testigos–, en esta ocasión con Pep Roig y Fabio. En noviembre de 2004 viajé a La Antártida; meses después recorrí Siberia en el Transiberiano, o el viaje que con Julián Aguirre hicimos en coche, desde Skopie (Macedonia) a Istock (Kosovo), con las señalizaciones de carretera escritas en cirílico, pese a lo cual llegamos y entrevistamos a soldados mallorquines y a sor Antusa, la monja más famosa de aquel país… Y ya ni me acordaba, pero también visité en dos ocasiones –una con Joan Torres, la otra, solo– el corredor de la muerte; viví durante una semana –también con Joan Torres–, con los saharauis; viaje con Dentistas sobre ruedas a Senegal; fui a Washington a buscar a Jaume Matas; viajé hasta la cárcel de El Dorado, en plena selva amazónica venezolana –presidio en la que estuvo Papillón– a entrevistar a un mallorquín encarcelado por haber pasado estupefacientes en isla Margarita; viví en Hiroshima el 50 aniversario del lanzamiento de la bomba atómica sobre esta ciudad; estuve también en La Oliva, (Bolivia), donde mataron al Che Guevara, haciendo un reportaje sobre el último día de la vida del Che… ¡Ah! Y entre otros muchos viajes, asistí a las tres bodas de la Familia Real española: con Joan Torres, a las de las infantas Elena y Cristina; y con Joan Torres y Mariana Díaz, a la del príncipe Felipe… Por todo eso, he tenido tema para escribir cuatro libros, todos en torno al periodismo y a periodistas, todo basado en la propia experiencia que te proporciona el haber llegado hasta ahí, ver lo que está pasando ahí y contarlo.

Sí, eso han sido muchos kilómetros, muchas emociones, muchas experiencias… Tal vez demasiado para periodistas de provincias… Sí, porque en lugares en que coincidimos con otros colegas de diarios de tirada nacional, o de cadenas de televisión españolas, se sorprendían que periodistas de provincias estuviéramos allí, con ellos… Por eso, tal día como hoy, en que voy a recibir en el Teatro de Palmanova el premio Rei En Jaume al periodismo, o a la trayectoria profesional del periodista, que dona, junto a otros premios, el Ajuntament de Calvià, con el que –repito– apenas, al menos en las últimas cuatro décadas, he tenido relación, me tengo que acordar de Pere Serra, y de otros que como yo, gracias a él, hicimos y vivimos lo que hicimos y vivimos, que no fue poco. Todo porque donde haya un mallorquín, también tiene que estar el diario Ultima Hora.

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