Un total de 250 personas se desplazaron este viernes noche hasta la finca pública del Galatzó para aprender a observar, de la mano del Institut Mallorquí de Ciències de l'Espai (IMCE), las lluvia de estrellas de las perseidas o lágrimas de San Lorenzo, que tendrán su apogeo entre la noche de este sábado y la del martes, especialmente el domingo. «Lo organizamos antes para que la gente pueda aprender y volver a observarlas las siguientes noches», indicó Lluc Mas, presidente del IMCE, quien explicó que «las estrellas fugaces que vemos estos días no son más que minúsculas motas de polvo o granos de arena que, a enorme velocidad, combustionan al chocar con la atmósfera. Están a unos 100 km de altura y van a una velocidad de hasta 70 km por segundo. Se llaman perseidas porque visualmente da la sensación de que vienen de la constelación de Perseo», abunda.
Los asistentes, organizados en diferentes grupos horarios, pudieron aprender en sesiones de media hora estas y otras muchas curiosidades, así como a distinguir las diferentes constelaciones y orientarse mediante las estrellas, además de, por supuesto, observar el cielo con telescopio. También recibieron una visita guiada a la finca pública y pudieron asistir a un conxuro gallego con la actuación musical del grupo Anaquiños.
Asimismo, el propio presidente del IMCE ofreció un curso sobre las constelaciones del verano. «Es la primera vez que venimos. El año pasado lo intentamos, pero no quedaban plazas, y fuimos a intentar ver la lluvia de estrellas a la playa, pero no se veía nada», explica Xisca, quien acudió con su marido y sus hijas de 10 y 14 años.
Joaquín Martín, por su parte, vino solo. «Conozco muy bien el Galatzó, porque he venido mucho a hacer trekking, pero nunca había venido a ver las perseidas aquí. Vengo con ganas de aprender todo lo que pueda sobre este fenómeno y disfrutar de pasar una velada en la naturaleza», señala. De cara a la observación las próximas noches, los mejores lugares para ver las perseidas en toda su intensidad son la Serra de Tramuntana y el Parc Natural de la Península de Llevant, por ser las zonas con menor contaminación lumínica de la Isla.