El adiestramiento es un punto clave en la educación de los perros, porque resuelve o mejora cuestiones fundamentales de su conducta y direcciona la relación con su entorno. Los malos hábitos, así como otros problemas derivados de la ansiedad, tienen solución en manos de profesionales como Borja Comas de Educación Canina Con Empatía. Un adiestrador que aplica técnicas renovadas a domicilio, avalado por más de veinte años de trayectoria. Sabemos que un cachorro se encuentra en el momento cognitivo ideal para comenzar su educación, pero no siempre es posible planificar los tiempos, por eso existen profesionales que brindan sus conocimientos a cualquier familia que acabe de acoger a un can, indistintamente de su edad.
La educación del animal, cuando recibe sus primeros estímulos relacionados con la conducta y la obediencia, comienza en el seno materno. De hecho, cuando vemos al perro jugar con otros cachorros en realidad está aprendiendo a cazar, a imponer su jerarquía. Pero el segundo input lo recibe al llegar a casa, cuando le mostramos su entorno personal, y más tarde comenzará el desafío de modelar su conducta y crear un vínculo. En ese camino de aprendizaje un animal puede experimentar algún tipo de desconexión que, según el experto, suele provocar el hombre. «La mayor problemática de conducta a la que me enfrento, te diría que en un noventa por ciento, está motivada por los propietarios. La gente necesita aprender cuales son las necesidades de su perro, cuando lo entienden y aplican ven que su conducta mejora exponencialmente. Por eso la mayor parte de mi trabajo es con los propietarios», apunta el experto, al que acompaña Kali, una perra que como no podía ser de otra forma muestra unos modos impecables.
Cuando Borja Comas comenzó a formarse en adiestramiento canino no pensaba dedicarse a ello. «Realmente no era una opción, fui a varios cursos, era una metodología bastante nueva en aquella época y diferente de lo que había en Mallorca, que era muy tradicional. Mi intención solo era comprender mejor a los perros, que son mi pasión». Pero sus tutores le alentaron a desempeñarse profesionalmente en un campo que aún no estaba muy explotado. «Mis profesores no se creían que no trabajara con perros viendo mi nivel, así que me animaron a trabajar de esto».
Tras el contacto inicial, su servicio consta del diagnostico del animal seguido de la elaboración de un plan para su adiestramiento. «La gente que tiene un perro con problemas de conducta me llama, le hago una serie de preguntas para conocer al animal y finalmente me desplazo a su domicilio. Allí trabajo tanto con el animal como con la persona, les doy las pautas necesarias que deben cambiar. Hay una terapia personalizada para cada perro, familia y situación». Aunque cada caso es un mundo, existen unos inputs generalizados en la educación canina. «Muchos animales tienen problemas con la socialización, mientras que los propietarios fallan a la hora de atender sus necesidades básicas, te dicen ‘el perro no me hace caso', y yo les pregunto ‘¿les has enseñado a que hacerte caso sea algo divertido?'».
En general, un perro con mal comportamiento es un perro con necesidades insatisfechas. Así fue siempre, sólo que la vieja escuela del adiestramiento se conformaba con revertir la conducta para tranquilidad del dueño. Los nuevos entrenadores como Borja piensan en el bienestar mutuo; saben que un perro con el estrés inhibido no está sano ni feliz. Y es ahí donde entra en juego la psicología. «Tiene un papel clave, tanto la psicología canina como con las personas, pero hay que tener mano izquierda para no entrar en conflicto con los propietarios, aunque la mayoría son muy receptivos». Preguntamos al experto si todo problema tiene solución o hay casos que deben dejarse por imposible. «No todos los casos pueden solucionarse pero sí mejorar, adecuar y aprender a manejar».