Si a las puertas de un nuevo 8 de marzo, Día de la Mujer, preguntamos a una persona al azar por la definición de machismo, seguramente responda de manera correcta. En cambio si pedimos por el significado de micromachismo hay más dudas, sobre todo a la hora de denunciarlos porque están más invisibilizados. La concienciación social y cultural respecto a la violencia que sufren las mujeres ha ayudado a impulsar reivindicaciones feministas durante estos años, aunque luego en la práctica se siga ejerciendo inequidad entre hombres y mujeres. Sin embargo, a veces cuesta leer la letra pequeña y, como son gestos y prejuicios patriarcales que tenemos interiorizados, no nos damos cuenta de las consecuencias de estas frases tan cotidianas.
Según la RAE, micromachismo es la «forma de machismo que se manifiesta en pequeños actos, gestos o expresiones habitualmente inconscientes». Estamos hablando de desigualdades en el hogar, en el ámbito de cuidados, en la sobrecarga de trabajo en la maternidad, en la indumentaria de las mujeres, en las relaciones con otras personas, pero son machistas y/o sexistas. A pocos días del 8M aquí vemos los once micromachismos más comunes, que no sólo son cosa de hombres, para identificarlos y poder superarlos:
1. «Yo ayudo a mi mujer en casa», «mi marido me ayuda en casa» o «qué suerte, tu marido te ayuda en casa». ¿Quién no ha escuchado esta expresión alguna vez? Pasa desapercibida pero la connotación de 'ayudar' resume a la perfección lo que es un micromachismo. Dejamos entrever que quién limpia, ordena, lava, seca o plancha es natural es la mujer y que, el hombre, cuando tiene tiempo ayuda de vez en cuando. Además, parece que cuando un hombre se ocupa de las tareas del hogar y de los niños es un héroe o un padrazo y se le aplaude, mientras que si lo hace una mujer es normal porque ha nacido para ello. Al fin y al cabo, el hogar es de los dos, por lo que la responsabilidad es equitativa.
2. «¿Y para cuándo los hijos? Se te va a pasar el arroz». Aunque parezca que esta frase haya pasado a la historia, se sigue presionando a las mujeres a la hora de ser madres. Cuando las jóvenes se van acercando a los 30 o ya rozan los 34 este tema se introduce en algún momento en la conversación. No todas las mujeres han nacido para ser madres y muchas de ellas tiene claro que no quieren serlo. A pesar de ello se les carga una culpa por tomar esta decisión con un «te vas a arrepentir si no lo haces» o «no eres mujer al 100 % si no vives la maternidad».
3. «¿Te gusta algún chico de clase?» o «¿Todavía sigues soltera?». A los niños se les habla de deportes y de fuerza, en cambio a las niñas de belleza, de Disney y del falso mito del amor romántico. En una edad muy temprana ya se les pregunta a las más pequeñas si les parece interesante algún compañero del colegio con tan solo 6 años. Además, se presupone que a las niñas solo le gustan los niños y que, por ende, son heterosexuales.
4. «Rosa para las niñas, azul para los niños». Aunque en estos últimos años el lema 'la ropa no tiene género' cobra más fuerza que nunca, todavía hay quien diferencia las prendas y los colores por sexo. La moda de los gender revel ha afianzado aún más esta idea diferenciando el color azul para los niños y rosa para las niñas. Otros, en cambio, han aprovechado la fiesta de identidad del sexo del bebé para eliminar estos micromachismos y escoger otros colores independientemente al sexo del bebé. Por ejemplo lila si es niño y verde si es niña.
5. «Está en la 'friendzone'». Desde 2010 se empezó a popularizar el término friendzone. Este micromachismo inventado por el patriarcado -al igual que pagafantas- define el 'cruel acto' de una mujer al rechazar a un hombre porque no le gusta. La masculinidad de él se ve dañada y la mujer es 'mala' por relegar a la persona 'como un amigo y nada más'. Son expresiones que hacen que la mujer pierda el poder de elección por el simple hecho de que el hombre es amable con ella.
6. «La cuenta para él». Llegar a un restaurante y que el personal de servicio traiga la cuenta y se lo entre a él sin antes de preguntar quién paga o si todo junto. Se da por hecho que es el hombre quién tiene que pagar la comida o cena. Al igual que, se sobreentiende cuando una persona pide una bebida con alcohol y la otra no, que la cerveza es para él y el agua o el refresco para ella. Muchas parejas o amistades deciden dividir la cuenta a medias, o un día uno, u otro día otro, para ser lo más equitativos posibles independientemente del sexo.
7. «Corres como una niña», «aparcas como una mujer» o «los hombres no lloran». Estas expresiones con connotaciones negativas dejan entrever que hay mucho camino que recorrer en la igualdad, ya que definir las cualidades de una persona por su sexo es un error. Ni todas las mujeres aparcan mal, ni todas las niñas corren lento.
8. «¿Qué pasa, tienes la regla?». Todos esos ataques reflejan que el nivel de exigencia que recae sobre las mujeres es mucho mayor.
9. Llamar a ellas señoritas y a ellos señor. El Diccionario de la Real Academia Española define señorita en su cuarta acepción como «tratamiento de cortesía aplicado a la mujer soltera», y en la quinta lo extiende a «maestras de escuela, profesoras, o también a otras muchas mujeres que desempeñan algún servicio, como secretarias, empleadas de la administración o del comercio».
10. Mansplaining: hombres que explican cosas a mujres. Esa tendencia condescendiente de explicar a las mujeres algo que entienden a la perfección o que saben hacer tiene un nombre: mansplaining, o como alternativa en castellano que recomienda la Fundéu, machoexplicación.
11. «Estarías más guapa maquillada», otra típica frase escuchada por toda mujer, que, mientras tanto, tendrá que oír que qué fea va esa famosa sin maquillar o un debería arreglarse más. Y es que la báscula no es el único parámetro con el que se miden los cánones de belleza o la formalidad de las mujeres, así como los que intentan perpetuarlos no pueden dejar de caer en contradicciones.