Ni el de molde, ni el de pagès, ni mucho menos la baguette. Como manda lo que ya podemos llamar tradición, en la noche de este jueves el pan protagonista en las cenas de Ciutat fue el llonguet. Una docena de bares, restaurantes y entidades se unieron a las Llonguetades de Orgull Llonguet, una fiesta popular en que, con el tradicional panecillo de Palma como símbolo, los palmesanos calientan motores para las Festes de Sant Sebastià y se reinvindican unos festejos más extensos y participativos. De este modo, los establecimientos participantes ofertaron en la tarde-noche de este jueves innovadoras recetas, acompañadas por diferentes propuestas musicales y culturales.
«Nuestra idea siempre ha sido animar a la gente a participar en la fiesta, que la sientan suya. No puede ser que Sant Sebastià se celebre en un día. No pasa en ningún otro pueblo o ciudad. Es fantástico que en un día laborable la gente tenga ganas de organizar sus cosas», explica Joan Mateu Ferrando, miembro de Orgull Llonguet, colectivo que cumple una década este año. «Al final es una iniciativa popular. Lo único que hacemos es abrir una lista y se apunta quién quiere. Hoy nos limitamos a ir a dar una vuelta», señala Ferrando.
Multitudinario
Si el año pasado, cuando se recuperaron tras la pandemia, las llonguetades se celebraron a medio gas, en esta ocasión ha sucedido todo lo contrario; algunas calles de Palma estaban a rebosar. A las 19 horas, los más puntuales ya disfrutaban de su llonguet en el Bar Mónaco, que los ofertó de carrillera de cerdo, lomo o falafel. Desde el interior del local, con DJ Jäglemeister en cabina, emanaban las notas de la salsa puertorriqueña Brujería; como una suerte de hechizo, la música atrajo a más y más personas y, a partir de las 20 horas, no cabía un alfiler frente al bar de la calle Nuredduna.
Otra de las llonguetades más especiales y multitudinarias fue la de la colla de dimonis Trabucats, que organizaron su encuentro en la Calle Velázquez, engalanada con guirnaldas amarillas y equipada con una barra que echaba humo por la intensa actividad. Se formaron largas colas para conseguir un llonguet, y no era para menos; su prupuesta de pulled pork, aguacate, lima y cebolla encurtida estaba deliciosa. No faltó la música de la batucada Valkyria. Otra llonguetada distinta fue la organizada en Sa Cotxeria Club Social de Swing, donde también salieron a la calle para disfrutar de la cena y demostrar sus dotes de baile.
En otros locales, como La Tortillería, donde ofrecían llonguets de tortilla clásica, «siempre con cebolla», tortilla de sobrassada o tortilla vegana, o en Molta Barra, donde se podían encontrar una gran variedad de llonguets -camaiot con huevo frito, escalivada con queso mahonés, sobrassada con queso de cabra o calamares con alioli, entre otros-, contaron con un gran ambiente.
Por otro lado, los pequeños de la casa disfrutaron de una llonguetada a su medida en la librería infantil Lila i els Contes, donde presentaron al gegant Bernat, y hubo una exposición de máscaras de dimonis. Asimismo, frente a la Plaça Patins también se reunió numeroso público gracias a la llonguetada de Sa Caravana, donde los presentes cenaron delicias como su panecillo de pulled pork, coleslaw de Chipotle, torreznos y pepinillos encurtidos, o de setas marinadas, queso comte, jamón ibérico y mayonesa de ajos asados, al ritmo del grupo Saus Rumba Trio. Otros bares que se unieron a la celebración fueron La Tertúlia Café Teatre, con la música de DJ Dudu; Suquía Café; el Café a Tres Bandas, con concierto de José Artero; Vinostrum y Ben Trempat, con una exposición de la artista María Gómez.
En ciertas llonguetades no faltó la presencia de los caparrots de Orgull Llonguet, que representan a algunos personajes populares de la historia reciente de Ciutat, como el fabioler Pep Toni Rubio, en Miquel des Forn de sa Pelleteria y su última anexión, na Bel Rol·let, del antiguo Forn de Can Rollet de El Terreno, «buscamos una persona representativa de la cultura de carrer. Na Bel era muy querida y los más mayores todavía se acordarán de ella», explican desde Orgull Llonguet que, un año más, logran su objetivo: fer poble a Ciutat y alimentar el sentimiento de pertenencia en una ciudad que, en un presente tan voluble, todavía construye su identidad.