Lo de hacer vestidos, muebles, bolsos de palma y otros complementos para Barbie y su familia es el hobby de Raquel Sánchez (Madrid 1973). Aunque es diseñadora de moda, nunca creó una colección y sólo se dedicó al mundo textil haciendo prácticas en su época de estudiante, «luego estuve trabajando en una boutique en París, pero como mis padres tenían una peluquería me puse a trabajar con ellos». Precisamente en 2001 llega a Mallorca y se pone a trabajar en una peluquería donde conoce a Marcos, su marido. «Al cabo de un tiempo decidimos abrir nuestro propio salón. Una experiencia maravillosa que terminó», comenta Raquel.
Mujer emprendedora y con talento para las artes, también tuvo una experiencia entre pinceles. «Estuve pintando cuadros y algunos murales, hasta que descubrí la palma con la que me puse a hacer bolsos y cestas». De manera artesanal y cuidando hasta el más pequeño detalle, Raquel creó su propia marca. «Aprendí de un maestro artesano, que impartía clases en un casal de barri. Fue una etapa muy creativa que duró seis años pero en realidad llevaba mucho trabajo y no sacaba el rendimiento económico que merecía o no lo supe aprovechar».
Precisamente, hace ahora un año, Marcos, su marido, quien trabaja en una peluquería, le sorprendió regalándole una muñeca Barbie, como la que ella jugaba de niña. «Aquello, aunque parezca una tontería a mi edad, me encantó. Se me ocurrió hacerle algo de ropa y saqué los libros de cuando estudié Diseño. Pero además pensé que podría hacer aquella parada de mercado que teníamos cuando vendíamos bolsos y cestas de palma. Lo publiqué en Instagram y gustó tanto que comencé ha hacer otras cosas creando todo un mundo Barbie».
El éxito en las redes sociales ha sido total, y ha llegado a recibir pedidos de bolsos y cestas de palma en miniatura para gente de California, Alemania, Inglaterra y distintas ciudades españolas. «Es un hobby que me relaja y me gusta ver como la gente disfruta y valora mucho lo que hago». En la mayoría de sus trabajos Raquel utiliza material reciclado. «Esta máquina de fotos que lleva Ken la hice con un trozo de corcho y un trozo de una pajita, con la que fabriqué el objetivo de la cámara».
Con los palitos de remover el café con leche para llevar, hace cajas o cerramientos de jardín. La vajilla, platos, tazas, etc son de cerámica y los pinta con los pinceles de pintar las uñas. Con las camisas y pantalones tejanos que ya no utiliza confecciona desde cortinas a ropa de cama, cojines, etc. Todo a medida. «Tanto a ojo o calculando la escala intento que todo tenga una proporción adecuada a la muñeca y su familia».
Raquel Sánchez se considera una Barbie lover de los 80 y en su colección privada cuenta con más de 300 muñecas Barbie, algunos Ken, niños, niñas y mascotas. Las tiene de todos los colores, etnias e incluso curvis y en sillas de rueda. Y entre los Ken los hay hasta calvos y algo afeminados. Ninguna Barbie es tal como salió de la empresa estadounidense de juguetes Mattel, ya que además de las prendas que confecciona Raquel, su marido Marcos les cambia el peinado. «Con lana les hago un cabello más largo o un corte radical. El peinado de todas ellas cambia, les hago un cambio de look», comenta Marcos.
Creada en 1959, Barbie, a sus 64 años de edad, sigue cautivando a las nuevas generaciones, sin perder un ápice de juventud. «Si alguien me pide algún bolso en concreto no tengo ninguna duda en hacerlo. Dedico todo mi tiempo libre. Comencé con el puesto de bolsos que teníamos en los mercados pero poco a poco y utilizando una habitación de la casa he ido construyendo el hogar, desde los cuadros y murales en algunas de sus paredes, como cuando yo pintaba, hasta el más mínimo detalle».
En el taller, que ha instalado en una habitación de su casa, con todo perfectamente ordenado, Raquel Sánchez desprende tranquilidad y muestra una sonrisa mientras ultima una nueva cesta, fruto de la ventaja que le aporta su pasión por la moda, la pintura, la artesanía y todo aquello que tiene que ver con la creatividad.