Ríos de sangre, sudor y lágrimas corrieron en en el Acuartelamiento Militar Jaime II, ubicado a poca distancia de Génova, que ayer acogió la primera Spartan de la temporada, una prueba en la que participaron alrededor de 4.000 personas de todas las edades y nacionalidades. «El año pasado celebramos la primera carrera tras la pandemia y no sabíamos cuál sería la reacción. Al final hemos superado las cifras con unas mil personas más. Esta vez hemos juntado todo en un día y hemos decidido variar el recorrido, para que sea más técnico y divertido: ya son siete años aquí y los deportistas no debe sentir que es repetitivo», sostiene el director general de Spartan en España, Ángel Sanz, que explica que la próxima parada de Spartan en España será en Andorra, los próximos días 10 y 11 de junio, donde se celebrará el Campeonato de Europa.
De este modo, con el cielo cubierto para la alegría de los participantes, la jornada arrancó a las 8 horas, cuando los primeros llegaban a la base para recoger sus dorsales. A las 9 horas se dio el pistoletazo de salida a las tandas Elite masculina y femenina, con deportistas de gran nivel procedentes de toda España y Europa. En su caso, debían correr una decena de kilómetros en terreno montañoso y superar 25 pruebas y obstáculos, como ascender cuestas muy pronuncidas cargando pesos, saltar paredes y escalar entramados o subir por la cuerda.
Las siguientes tandas salieron por grupos que fueron dividos por edades: no hay una edad para dejar de retarse a uno mismo, y esta carrera es una buena prueba de ello, ya que participan personas de más de 60 años, algo digno de admirar dada la dificultad de algunos de los obstáculos.
Y, como no podía ser de otro modo, los niños tuvieron la oportunidad de demostrar los frutos de su entrenamiento en la Spartan Kids, que contó con distancias de 800 metros y de 1,6 o 3,2 kilómetros. Esta prueba infantil tuvo lugar a las 14.30 horas y dio paso a las últimas tandas de corredores, que participaron en la Spartan Sprint, una carrera con una distancia de 5 kilómetros y una veintena de obstáculos, en la que se valora más la agilidad y velocidad del deportista que su resitencia. Sufrir nunca fue tan divertido.