Tener conexión a internet se ha convertido en una parte muy importante para la mayoría de personas. Con tan solo un clic puedes comprar, mirar las redes sociales, leer noticias o libros, jugar, consultar el tiempo, y un sin fin de posibilidades más. El fácil acceso es uno de los factores que juega a su favor y que repercute en que en ocasiones no seamos conscientes de la cantidad de horas que nos pasamos delante de la pantalla. Sin embargo, estar mucho tiempo conectado se puede convertir en una adicción que pasa de forma desapercibida y que, por ello, no la identificamos. Los expertos, Juanjo Martí, psicólogo, y Marga Almarcha, coach y mediadora juvenil en prevención de adicciones con y sin sustancias, explican las complejidades de este tema.
Uno de los mayores problemas de esta adicción es, para el psicólogo, que la facilidad para acceder te permite engancharte a cualquier edad y que no existe un control que regule su uso. «Como ha tenido un crecimiento tan rápido no se ha creado un acuerdo para ponerle limitaciones», comenta. Por ese motivo, cree que, como ocurre en otros ámbitos, sería necesario elaborar un protocolo para ponerle restricciones, ya que «si los adultos no están formados no lo pueden estar los niños». En cuanto a las redes sociales afirma que les beneficia que estemos enganchados porque les permite conocer el comportamiento humano y como funciona. Por eso, remarca que «están muy bien diseñadas para que la gente se vuelva adicta, ya que al final todo te lleva allí».
Como ocurre con cualquier adicción, y en esta no iba a ser distinto, los efectos secundarios están muy presentes. Pasar muchas horas delante de Internet, a priori no afecta a la salud física, pero a nivel mental te va agotando sin darte cuenta, es decir, «te gasta la energía que podrías invertir, por ejemplo, en aprender». También perjudica a las relaciones sociales al interactuar menos socialmente y más de forma online. Aunque, para comprender mejor los puntos negativos de estar enganchado, Juanjo Martí compara internet con las drogas. Recuerda que cualquier droga te da un estímulo y que en la red también buscas tener estímulos constantes. «Si lo dejas te puede crear ansiedad y entonces te tienes que tratar y medicarte», manifiesta. Buscar ayuda puede ser una gran solución cuando una persona es consciente de que tiene un problema. Sin embargo, el experto asegura que no existen muchos servicios que traten estos casos y que nadie te explica como ser consciente de ello. No obstante, para conocer si de verdad somos adictos al móvil propone hacer una prueba: «quitarse el internet durante una semana y si ves que no puedes estar sin ningún tipo de conexión significa que estás enganchado».
Para profundizar sobre este tema la coach Marga Almarcha nos aporta más información. Determina que la adicción a internet va muy ligada con el descuido de actividades básicas de la vida diaria. Por eso, «no descansar lo suficiente, un cambio de hábitos o una mala higiene» son algunos de los síntomas que pueden tener las personas que están enganchadas. Otro de los comportamientos que pueden alertar de la existencia de estos problemas pueden ser el distanciamiento de la familia, de la pareja, de los amigos y un creciente aislamiento de ellos. En estas situaciones, los afectados «buscan cada vez más espacios de soledad para estar conectados y así evitar que les señalen o les generen opiniones contradictorias que pueden acabar en conflictos», indica la mediadora juvenil. En el caso contrario, el no poder acceder al dispositivo tecnológico les genera «ira, tensión o irritabilidad».
Aunque no nos demos cuenta estar pensando todo el tiempo en que «me tengo que conectar a internet», estar muy atento al móvil cuando se llega a casa o en cualquier situación del día a día, como puede ser nada más levantarse o en el bus son señales de que estamos enganchados. Llegar a esta conclusión no es tan fácil como parece porque «el uso del móvil se ha normalizado muchísimo». Por ese motivo, para conseguir desconectarnos de la red, Marga Almarcha da una serie de recomendaciones. Quitarnos todas las notificaciones de las aplicaciones puede ser un primer paso. También, por ejemplo en WhatsApp podemos limitar la duración de su uso y marcarnos una hora concreta para mirarlo. En el caso de aplicaciones como Facebook, TikTok o Instagram, debemos controlar el tiempo que pasamos, aunque es más difícil porque «allí pasa volando».