Marc Marco (Valldemossa, 1981) es un animal nocturno. Asegura que siempre lo ha sido, incluso cuando competía al más alto nivel deportivo, buscaba alguna excusa para irse el último a la cama. Por eso no le debe extrañar a nadie que ahora le robe horas al sueño, se haya especializado en la fotografía nocturna y se eche al monte o a la carretera casi cada noche en busca de la mejor tormenta o el lugar más recóndito y visual de la Isla en busca de la instantánea más potente. Marco se ha convertido en el retratista mallorquín de la oscuridad. Esta es su historia.
En la actualidad, Marco trabaja como profesor infantil de tenis en un colegio de Palma, es fotógrafo, imparte talleres de imagen e, incluso, todavía compite como tenista veterano; en marzo, por ejemplo, viajará a Turquía para participar en un torneo. Nació, como quien dice, con una raqueta en la mano. Empezó a jugar al tenis con 9 años y dejó la competición oficial con 21. Llegó a ser el 471 del ránking de la ATP, el método basado en méritos para determinar la entrada y el orden de cabezas de serie en todos los torneos.
Coincidió en la pista con Carlos Moyá y un jovencísimo Rafa Nadal. «Son dos cracks. Eso no ayudaba a nadie», señala con humor el deportista, al tiempo que recuerda que durante su etapa como deportista profesional entrenaba una media de seis horas diarias, entre preparación física y tiempo en la pista, eso sin dejar de lado sus estudios. «Llegó un momento en el que me senté a pensar qué quería hacer con mi vida. No ascendía en el ranking de la ATP, y competir significaba invertir mucho dinero, tiempo y esfuerzo. No daba el salto. Dejé de confiar», confiesa Marc Marco.
Un giro de 180 grados
En realidad, nunca se ha retirado del tenis del todo. Siguió jugando con equipos en Francia y Alemania y en alguna competición nacional, al tiempo que se especializó en dar clases de tenis para niños. La fotografía, al igual que este deporte, siempre ha estado presente en su vida. Entre tanta competición y viajes, siempre sacaba tiempo para agarrar la cámara de fotos y darse una vuelta por la ciudad en la que paraba. Cuando dijo adiós al tenis al más alto nivel, la fotografía cobró fuerza en su día a día. Un conocido de Valldemossa le mostró los secretos y bondades de la fotografía nocturna, fue un giro de 180 grados para él.
«Trabajar de noche, bajo las estrellas, en medio de la naturaleza, normalmente en soledad, es una desconexión total. Va conmigo –explica–. Puedes estar seis horas despierto, a veces recorriendo media isla para captar la tormenta más espectacular y volver a casa con dos fotografías buenas. No siempre se da bien». Marc Marco (aquí puedes ver sus fotografías) se ha estado formando durante estos años, ha ganado premios con su trabajo y también imparte talleres de fotografía, como el que ha organizado para el mes de abril. «Dejé el tenis profesional por frustración, pero he conseguido vivir de la raqueta y la fotografía. No me puedo quejar», concluye.