Gaspar Barceló (Fornalutx, 1963) es un hombre discreto y parco en palabras, quizá porque su oficio lo exige. Aunque Barceló es la cuarta generación de su familia que se dedica al aceite, curiosamente, su carrera profesional comenzó en el sector de la hostelería como camarero; un buen día decidió que ese oficio no era para él y optó por convertirse en maestro de almazara de la Cooperativa Agrícola Sant Bartomeu de Sóller. Ese cambio radical en su vida sucedió en 1991, ayer, 31 años después, ha sido nombrado Tafoner Major 2022 por el consejo regulador de la Denominación de Origen Oli de Mallorca. Con él hablamos sobre el oro líquido que se produce en la Isla, la evolución constante del sector y el futuro del negocio. ¿Hay asignaturas pendientes? Barceló nos lo cuenta.
De la hostelería al mundo del aceite, ¿cómo fueron sus inicios?
–Me cansé de turnos y horarios locos y decidí dedicarme al aceite. Fue un proceso lento, pero apasionante. Además, llegué a la Cooperativa Agrícola Sant Bartomeu de Sóller cuando se estaba produciendo un cambio muy importante: pasamos de la extracción de aceite que se producía por lotes o prensadas a una almazara más moderna con un sistema de extracción continuo. Tuve como maestros a Paco Gallego, maestro de obra, y a Toni Trias ‘Porret', el anterior maestro tafoner. Fue toda una experiencia, positiva, eso sí, porque 31 años después aquí sigo.
¿Ha cambiado mucho la industria del aceite en Mallorca desde que llegó a este mundo?
–Qué duda cabe. Piense que antes solo se producía aceite en la Serra de Tramuntana, luego empezaron a plantarse olivos en el Pla de Mallorca. En todos estos años se han producido cambios constantes hasta llegar hasta aquí. Creo que podemos estar orgullosos de la evolución.
Siempre se ha dicho que el trabajo agrícola en la Serra de Tramuntana es aún más difícil que en el resto de Mallorca, ¿sigue siendo así?
–La orografía tan dura de la Serra es, al mismo tiempo, nuestro éxito y nuestro talón de Aquiles. El Pla es llano, nosotros tenemos bancales. Todo eso hace que la siembra, la recogida... todo sea más laborioso, más caro...
La Cooperativa Agrícola Sant Bartomeu de Sóller fue pionera en producir aceite de oliva virgen extra, una apuesta arriesgada...
–Lo fue, sin duda. Yo ya era tafoner. Y no se producía ese tipo de aceite en la Isla. Pero este negocio vive una evolución constante y creímos necesario producir un aceite de la mejor calidad. Empezamos en la temporada 1998-99, luego nos siguieron el resto.
¿Quién compra más aceite de la Isla, los turistas o los propios mallorquines?
–No hay duda alguna, el turista es el que más consume, compra y aprecia el aceite que se produce en Mallorca. No sé cómo se promociona, pero lo hacen muy bien. Todos lo conocen.
¿Y qué pasa con los mallorquines?
–También lo aprecian y lo consumen, pero tenemos varios handicaps importantes: el precio y la competencia feroz, tanto nacional como internacional. Nuestra producción, por la idiosincrasia del terreno y las fincas, que son de tamaño pequeño, en comparación con las de la península, es menor, lo que hace que el precio del aceite sea superior.
Se habla mucho del relevo generacional en el campo, ¿está asegurado en las almazaras?
–Le diré que sí. Es más, en la Cooperativa de Sóller somos seis, y ahora tenemos un aprendiz de 19 años formándose con nosotros. Podemos estar tranquilos.