Es temporada de gripe, lo que significa que los centros de salud empezarán a llenarse en breve. El Servicio de Salud de Baleares arranca el pasado jueves 13 de octubre la campaña de vacunación combinada de gripe y COVID-19, a una población diana de 457.473 personas de colectivos prioritarios, como mayores de 60 años, embarazadas, trabajadores sanitarios y de residencias de la tercera edad, y pacientes con factores de riesgo --como patologías crónicas o alergias-
No hay duda de que las vacunas contra la influenza han alcanzado un gran nivel de seguridad tras varias décadas siendo administradas a millones de personas en el mundo. De hecho, hay muchísimos estudios que demuestran su eficacia. Lo que sí sucede es que, lógicamente, pueden provocar efectos secundarios en una parte muy pequeña de la población vacunada, al igual que pasa con todos los medicamentos.
Estas reacciones son leves y suelen surgir pocas horas después de la vacunación, mejorando de 2 a 3 días sin necesidad de ningún tratamiento específico. Algunos de los efectos secundarios más comunes de la vacuna inyectable son:
- Dolor e inflamación en la zona de la inyección.
- Fiebre.
- Mareos y ganas de vomitar.
- Dolor de cabeza.
- Sensación de fatiga.
- Dolores musculares parecidos a los experimentados cuando se tiene fiebre.
- Reacción alérgica que se manifiesta con inflamación en algunas partes del cuerpo, problemas de respiración y aumento del ritmo cardíaco. Un efecto poco habitual.
Hay formas de minimizar los efectos de la vacuna. Por ejemplo, la inflamación en el brazo como consecuencia de la inyección puede reducirse al aplicar hielo o un paño húmedo en la zona dolorida. También es conveniente mover el brazo para facilitar la circulación de la sangre. Para el dolor muscular es recomendable descanso y duchas de agua caliente para aumentar la relajación.
Si aparece una sensación de cansancio y se practica ejercicio físico de forma regular, no hay que interrumpirlo porque es importante mantener el cuerpo activo, pero sí bajar la intensidad y practicarlo con moderación. Beber mucha agua es otra recomendación a seguir para mantener el cuerpo siempre hidratado. En situaciones en que el dolor es muy severo, se puede administrar analgésicos indicados por el médico, como paracetamol, por ejemplo.