El hongo Cordyceps, que crece en los insectos para alimentarse de ellos, tiene un importante potencial medicinal, ya que contiene un compuesto bioactivo, la cordicepina, que podría convertirse en nuevos y potentes medicamentos antivirales y contra el cáncer. Estos hongos son raros en la naturaleza y hasta ahora cultivar Cordyceps sanos en el laboratorio ha sido un reto que impide la investigación científica, pero la profesora Mi Kyeong Lee, de la Universidad Nacional de Chungbuk (Corea del Sur), y su equipo, que incluye al doctor Ayman Turk, publican en la revista Frontiers in Microbiology, que han encontrado una forma de cultivar estos hongos escurridizos en un entorno controlado sin que pierdan su potencia.
«La cordicepina es uno de los análogos citotóxicos de los nucleósidos con actividades terapéuticas complementarias en la lucha contra la proliferación y la metástasis en las células cancerosas -explica la doctora Lee, autora principal del estudio-. Además, los recientes resultados de la investigación instan a realizar estudios preclínicos y clínicos de la cordicepina para el tratamiento integral de la COVID-19». Normalmente, el Cordyceps se cultiva en el laboratorio en granos como el arroz integral. Sin embargo, los científicos se dieron cuenta de que los niveles de cordicepina eran muy bajos cuando se recogían de Cordyceps cultivados en granos y sospecharon que el contenido de proteína de los granos simplemente no era lo suficientemente alto para alimentar a los Cordyceps.
Dado el alto potencial de la cordicepina, Lee y sus colegas querían encontrar una forma de cultivar Cordyceps sanos y fuertes en el laboratorio y sintetizar altos niveles del compuesto bioactivo para la investigación médica. Consideraron los insectos comestibles como medio alternativo de crecimiento para el Cordyceps, pero como los distintos insectos ofrecen nutrientes diferentes, también investigaron qué insectos comestibles disponibles en el mercado proporcionaban a sus hongos la mejor comida. Utilizando grillos, crisálidas de gusanos de seda, gusanos de la harina, saltamontes, larvas de gorrión de las flores con manchas blancas y escarabajos rinocerontes japoneses, cultivaron Cordyceps durante dos meses y luego los cosecharon para investigar los resultados.
Las diferencias entre los distintos insectos eran sorprendentes, según aseguran: el Cordyceps crecía más con los gusanos de la harina y las pupas de los gusanos de seda, y menos con las larvas de chicharros y los saltamontes. Aun así, el crecimiento máximo no se correlacionó necesariamente con los altos niveles de cordycepin que buscaban la doctora Lee y su equipo. Aunque no crecieron tanto, los Cordyceps cultivados en escarabajos rinoceronte japoneses produjeron los niveles más altos de cordicepina, 34 veces más que los niveles producidos en pupas de gusanos de seda, los de menor rendimiento. «El Cordyceps cultivado en insectos comestibles contenía aproximadamente 100 veces más cordicepina en comparación con el Cordyceps cultivado en arroz integral», afirma Lee.
La investigación demostró que la clave de la producción de cordicepina era el contenido de grasa del insecto, no el de proteínas, concretamente, altos niveles de ácido oleico, que puede ser necesario para la síntesis de cordicepina. La adición de ácido oleico a un alimento para insectos de bajo rendimiento mejoró la producción de cordicepina en los Cordyceps cultivados en él en un 50%. «Nuestra investigación muestra de forma convincente que una estrategia potencial para impulsar la producción de cordicepina en el crecimiento de Cordyceps sería utilizar insectos con alto contenido en ácido oleico», subraya Lee.
Dado que el potencial terapéutico de los hongos Cordyceps se complica por la dificultad de producir cordicepina en el laboratorio, estos resultados ofrecen esperanza a los investigadores que buscan nuevos medicamentos para combatir enfermedades devastadoras. Saber con qué alimentar a estos hambrientos Cordyceps significa que podemos aprovechar su poder en el descubrimiento de fármacos para encontrar las medicinas del futuro. «El método de cultivo de Cordyceps sugerido en este estudio permitirá la producción de cordicepina de forma más eficaz y económica -asegura Lee-. Sin embargo, la obtención de insectos comestibles aún no es suficiente para su ampliación a nivel industrial. También se cree que puede ser posible una producción más eficiente mediante el uso de otros insectos, lo que debe demostrarse mediante estudios adicionales», concluye.