Mariano Mayans y Pau Cendrós regresaron el pasado fin de semana de realizar en bicicleta la ruta del Camino de Santiago denominada Camino Francés, en total 1.460 kilómetros por espacio de 17 días. Los ciclistas disfrutaron de buen tiempo aunque primó el calor. Fueron jornadas, las de mediados de septiembre, en las que soportaron altas temperaturas. Dispusieron de máquinas híbridas, que se adaptan a varios tipos de terreno y su equipamiento alcanzó los 25 kilos.
«Desde Palma –relata Mayans– viajamos a Barcelona y desde allí pasamos por distintas localidades de Cataluña para hacer el Camino Catalán, hacia Jaca, para emprender el Camino Aragonés. Desde esta ciudad circulamos hasta Puente de la Reina, acabando el Camino Aragonés para emprender el Camino de Santiago Francés, el más conocido y concurrido».
Pau Centrós explica que «nos encontramos con un matrimonio de Capdepera que iba en bici y luego con dos chicas de Palma que iban haciendo el camino a pie. Estas personas nos saludaron al oírnos hablar, lo que fue motivo de alegría para los dos. Unos kilómetros más adelante, visitamos la iglesia románica de Santa María de Eunate, en campo libre, que resultó de gran interés cultural».
Los veteranos legionarios pasaron luego por Santo Domingo de la Calzada, aunque no pudieron acceder al templo que custodia las gallinas que rememoran la famosa leyenda de ‘donde cantó la gallina después de asada' para liberar a un inocente. Siguieron por San Juan de Ortega, Burgos, Atapuerca, Frómista y admiraron la famosa obra de ingeniería del Canal de Castilla. «Como el tema cultural no está reñido con la gastronomía –señalan los dos ciclistas–, al llegar a Astorga dimos buena cuenta de un cocido maragato exquisito. Luego seguimos hasta la Cruz de hierro donde hicimos la ofrenda de un pin del Cristo de la Legión. Allí se unieron a nosotros dos ciclistas de Escalona y otro de Canet d'Adri».
Desde allí, a Villafranca del Bierzo, «donde escuchamos un concierto de campanas en el monasterio de San Nicolás. La etapa más dura fue la de 39 km de subida hasta el monte Do Poio. Seguimos nuestra ruta juntos parando en la famosa pulpería Ezequiel, de Melide. Y a partir de allí a Santiago de Compostela, poniendo un feliz fin de ruta todos sanos y salvos». Mayans y Cendrós volvieron en tren a Madrid y luego cogieron rumbo a Valencia para embarcar para Palma, y las bicicletas, al no ser admitidas en el AVE, tuvieron que enviarlas a través de una agencia de transportes.