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Karting: Derrapes al límite

Tensión, competitividad y emoción en ekarts, el primer karting indoor electrificado de España y único en su género en Mallorca

Desde la izquierda, Francisco Martín, responsable de pista y mecánica; Toni Dezcallar, propietario; y Galia Banach, gerente. | Pere Bota

| Palma |

Al asomarme a la pista por primera vez me invadieron efluvios de la infancia. El circuito, repleto de diminutos bólidos monoplaza, serpenteando entre curvas y apurando a fondo en las rectas, me catapultó a un antiguo karting, situado en la carretera que une Sabadell con Terrassa, donde de niño quemaba adrenalina algún que otro domingo. ¡Cómo ha cambiado este mundillo! Está irreconocible. El rugir de los motores, unido al estruendo de los tubos de escape, se han desvanecido como lágrimas en la lluvia, que decía Rutger Hauer en Blade Runner.

Hoy, los motores se han electrificado y su ágil discurrir por la pista luce tan silente como una procesión de Semana Santa. Ya no hay chavales apostados a pie de pista, ansiosos por reemplazarte con la diligencia de un tornado. Ekarts encarna el futuro del sector. Con sus adictivos 400 metros de un trazado cubierto, «somos el primer karting eléctrico indoor de España y el único de Mallorca», afirma con orgullo su propietario, Toni Dezcallar.

Un lance de la carrera, con Francisco pisándole los talones al ‘jefe'.

Seguridad

No está solo, le acompañan Galia Banach, gerente; y Francisco Martín, responsable del circuito y mecánica. El ‘jefe' cita en la pista a sus dos escuderos. Se enfundan los cascos y colocan el cinturón, «fuimos el primer karting de España en añadirlos, así como otros elementos de seguridad», otro récord que se apunta Dezcallar. Me encantaría decir que, mientras aguardan a que el semáforo se vuelva verde, el humo que mana de los tubos de escape crea una atmósfera a lo Días de Trueno. Pero no. El silencio reina en ekarts. Se podía oír el aleteo de una mosca.

Al fin, luz verde. Salen disparados. El jefe se coloca en cabeza, seguido de su mecánico y atrás, algo rezagada, rueda Galia. No se confundan, puede que vaya en cola, pero les aseguro que tumbaría a cualquiera, su osada forma de encarar las curvas no invita a desafiarla. Apura al milímetro para luego salir disparada en recta, una fiera.

«Hemos renovado los karts, tuvimos otros modelos pero los hemos sustituido por una segunda generación mejor. Están hechos sobre la base de un kart de combustión adaptado al eléctrico», explica Dezcallar, que además de propietario es un consumado piloto de rallys clásicos. De casta le viene al galgo. No les extrañe, pilotos de la talla de Senna, Schumacher o Alonso iniciaron sus carreras en un kart.

Galia, encarando una curva con derrape incluido.

Esta práctica es la mejor manera de combinar aprendizaje y competición para los amantes de la velocidad. Pero, ¿son seguros? «Por su centro de gravedad y anchura, es prácticamente imposible volcar un kart. Si das un volantazo, el kart derrapa pero no hace ademán de volcar», puntualiza Dezcallar. Si a su contrastada seguridad le sumamos su experiencia de conducción, adictiva como una telenovela, tenemos «la forma ideal de pasar el día». Sus derrapes controlados forman parte de la diversión. «Vas sentado sobre el eje trasero, con lo cual en cuanto empieza a derrapar lo sientes y puedes corregir la dirección, por eso es tan divertido de conducir». Y a diferencia de los karts de combustión, «todos corren lo mismo, van a 4.200 revoluciones por minuto. Aquí no escucharás el típico comentario que se da en los circuitos de explosión: ‘el tuyo corre más que el mío'. Lo único que influye en la velocidad son los neumáticos. Un kart con las ruedas frías puede rodar tres o cuatro segundos más lento por vuelta que otro que las tenga calientes». No se lo piense dos veces y déjese llevar. ¡Que se enciendan los motores!, perdón, las baterías.

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